Este texto lo publiqué el pasado mes de julio en mi muro de Facebook, cuando ‘Cartier-Bresson no es un reloj’ aún no existía y no era más que un proyecto. De aquí salieron, meses después, los 10 consejos para superar una crisis fotográfica, uno de los posts más leídos de este blog.
Hace poco, una amiga y seguidora del blog que también pasó por su particular crisis me recordó este texto y me sugirió que lo reeditara aquí, en el blog, para que aquellos que no tienen acceso a mi Facebook también puedan leerlo. Pues dicho y hecho. Estas son las ‘confesiones de una fotógrafa agobiada’ tal y como las publiqué entonces, acompañadas de las fotos que hice aquel día en el que (perdonad el mal chiste) vi la luz.
Llevo meses de profunda crisis fotográfica. Nos pasa a veces a los fotógrafos cuando, como solemos decir, «dejamos de ver». Suena muy poético, pero es una auténtica jodienda, os lo aseguro. Es el equivalente a la temida hoja en blanco del escritor. Sólo que ese blanco, en nuestro caso, es negro. El escritor mudo de palabras es el fotógrafo ciego de imágenes. La más absoluta y densa de las negruras, el silencio de la ausencia. Llegas a un punto en el que nada o apenas nada te hace sentir ese pequeño y placentero impulso de apretar el botón, y de hacerlo con convicción, disfrutando. La cámara no es ya una extensión de tu cuerpo, sino un objeto extraño que pesa, te incomoda y te frustra. Pero la sigues queriendo, a pesar de todo. La miras, guardadita en su funda, y la echas de menos. La sacas, la acaricias, la observas y, a veces, con una mezcla de valor y nostalgia, retiras la tapa del objetivo. Y miras través del visor, lo haces casi todos los días, menos esos en los que te haces la dura, porque puestos a malas, a digna y rencorosa no te gana nadie. Y hay días enteros, de los de 24 horas, 1.440 minutos y 86.400 segundos, en que la castigas con tu indiferencia y te pierdes en los fotolibros, en las miradas de aquellos que sí que vieron, que vieron tanto, y que lo vieron tan bien. Pero en el fondo sabes que, en algún momento, esa tapa, no la del objetivo, sino la de tu mente, la psicológica, esa gran puñetera, acabará cayendo, de puro aburrimiento, y volverás a ver.
Y entonces, qué. Pues entonces, con tu mala leche, tu frustración y tu bendito rayito de esperanza, coges tu cámara y pruebas, pruebas mil cosas, desde las más peregrinas a las más académicas. Y vas teniendo pequeñas pistas, pequeñas sospechas. Escuchándote a ti, pero, sobre todo, escuchando a tu cámara. Y un día, un 10 de julio cualquiera, te plantas frente al espejo, pones la opción ‘monocromo’, y disparas al azar, juegas, experimentas, ríes… Y descubres la libertad, la tuya personal y la de tu forma de ver, de mirar y de fotografiar. Y dices que a la porra el color, el enfoque, el encuadre y la composición, si lo único que hacen es limitarte, agobiarte y distraerte. Descubres que para reconciliarte con la fotografía, con tu fotografía, tienes que empezar por divertirte con ella, y hacerlo sin complejos, sin ataduras y sin reglas. Porque, qué narices, no eres fotógrafa profesional, no te ganas el pan con ésto, y eso significa no tener clientes a los que contentar ni público al que dejar ojiplático de admiración. Que puedes dedicarte única y exclusivamente a fotografiar para ti misma y aprender a convivir con el más terrible y exigente de los jueces: tú. Sólo así tus fotos serán real y genuinamente tuyas, y sólo así podrás desarrollar una mirada única, auténtica y personal. Un amigo fotógrafo me dijo una vez que el mejor regalo que nos podemos hacer es fotografiar lo que nos dé la real gana, y no lo que otros creen que tenemos que fotografiar. No puedo estar más de acuerdo.
Buah! Me ha encantado tu artículo, aunque sea muy muy personal créeme que yo he sufrido y sufro en mis carnes todas esas pequeñas frustraciones que comentas. Sin embargo poco a poco, y tras analizarlo, te das cuenta de un par de hechos, o puntos clave que te llevan a esa situación.
Por un lado está nuestra propia autoexigencia. Y así como al principio, cualquier desenfoque, cualquier buen encuadre, etc… te parece maravilloso, poco a poco necesitamos ir un poco más allá. Es la drogodependencia de la fotografía, cada vez necesitas chutes artísticos más grandes para satisfacer tus necesidades y tener “la foto”. La clave está en que hacer buenas fotos, una vez que se sabe es fácil, pero hacer fotos que realmente nos llenen es tremendamente difícil; no podemos pretender que cada vez que salimos tengamos esa excelencia fotográfica que nos exigimos (hay que mentalizarse que con una gran foto al año puede ser incluso suficiente, al fin de al cabo a todos los fotógrafos sólo se les recuerda por no más de 10 fotos).
También está el factor diversión que tu bien comentas: cuando pasamos de divertirnos a exigirnos, el cerebro se centra demasiado en buscar fotos y no en sacar nuestro punto creativo. Pienso que mis mejores fotos han sido siempre tomadas en momentos en los que estaba relajado y disfrutando de ello. Por desgracia, esto no nos da de comer, así que sí…vamos a divertirnos.
Y por último, y ya en mi caso que me gusta la calle, está el azar. Hay que aprender e interiorizar que la calle es aleatoria, y por mucho que nos empeñemos no vamos a sacar nada extraordinario si la urbe no quiere. Así que paciencia.
Te felicito por esa labor de autoanálisis, y este pedazo de blog. Sigue así, si eres capaz de interiorizar esos bloqueos, es porque estas más que capacitada para superarlos.
Un saludo!
Muchísimas gracias por tu comentario! Me ha encantando leerte, estoy de acuerdo contigo al 100 %.
Ah, y gracias también por los ánimos… ¡y por disfrutar del blog!
Leire
Un artículo muy Bueno.
Lo he compartido en Facebook.
Saludos desde valencia y enhorabuena por el blog.
Gracias, Adrián! 🙂
Hola, «Cartier …»:
En primer lugar, déjame felicitarte por la elección de título para tu blog: es realmente genial 🙂
En cuanto al tema del artículo, hay otra práctica que puede (y suele) ayudar a salir de los bloqueos: es estar en contacto con un grupo de fotógrafos/as y hacer batidas de caza fotográfica conjuntas. Te juro que, por muy desganada que estés, acabarás disparando, poco al principio, y cada vez más. Y comparando las fotos. Y viendo lo que te gusta de las tuyas y lo que admiras en las de los demás. De verdad que funciona.
Hola, Pedro! Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo intento estar siempre en contacto con gente que comparte esta pasión, y eso ayuda muchísimo. Además tengo la suerte de haber hecho grandes amistades gracias a la fotografía, gente a la que intento ver lo más a menudo posible, y eso es una de las mejores cosas que me han pasado. Gracias por tu comentario! 🙂
La confesión que has hecho, me ha encantado, porque es así, tal como la cuentas.
Muchos factores, pueden incidir para que haya un momento o un día
en que parece que no estamos motivados, que nada nos llama la atención,
que nos provoca, que nos emociona,… pero imagino que nos solo te pasa a vos,
sino a otras tantas personas, entre esas me encuentro yo.
Cuanto más uno desea o pretende encontrar algo para capturar
más se agrava la situación y peor se pone uno, nervioso, tenso, molesto,…
Solución no existe, lo mejor es aceptarlo, relajarse y comenzar a disfrutar
de el paseo, la caminata, el andar,… mirar, mirar, continuar mirando
hasta que en el momento menos pensado, aparece como por arte de magia.
No ir con una idea fija de hoy, voy a fotografiar, tal o cual cosa,
todo lo contrario, dejarse llevar e ir observando y disfrutando, de cuanto
nos rodea y sucede, detenerse contemplar,… y es ahí cuando menos
uno lo imagina, aparece algo que no imaginamos.
De todos modos, no hay un método preciso, uno debe de ir experimentando
y probando posibilidades, hasta que encuentra ese momento, que es único
personal e irrepetible.
Mi experiencia personal, es que no puedo ir acompañado, para capturar imágenes
necesito estar solo, con el lugar, el espacio, la gente, la ciudad,…
imaginar historias, situaciones,… mientras observo, dejarme llevar,…
eso no me garantiza nada, pero me siento mucho más libre y se evita esa tensión
de la que vos hablas.
Conozco lo mal que se pasa, lo recuerdo aun, cuando trabajaba en publicidad
la desesperación, la angustia,… tenías que exprimirte el cerebro, como fuera
porque era para mañana, como ha sido siempre.
De todos modos, creo que cada uno debe de ir probando, experimentando
modos, formas, hasta encontrar aquella, en la que se sienta más sereno,
relajado, tranquilo,… lo más importante siempre es que Disfrutes de ese momento
que es único e irrepetible.
Algo más, mucho me gusta Tu Blog, es algo distinto, contenido, forma, estilo,…
Felicitaciones !!! y Muchas Gracias por todo cuanto compartís.
Mil gracias por tu comentario. Y coincido en lo que dices, yo tampoco puedo ir acompañada cuando salgo a hacer fotos,es como si para hacerlo necesitara entrar en una especie de ‘trance’ e ir con alguien al lado me impide concentrarme del todo. Lo importante es que son etapas que se pasan, y creo que hasta son necesarias, porque es cuando te replanteas lo que has estado haciendo hasta el momento y encuentras el momento de explorar nuevas opciones y estilos. Yo, personalmente, creo que aprendí mucho de mi «crisis», y tengo una visión más amplia de lo que es la fotografía en general y mi fotografía en particular. Me alegra saber que te gusta el blog, espero que lo sigas disfrutando mucho tiempo. Un abrazo!
Bueno… A lo mejor no encuentras luz para la oscuridad, pero tinta sobre el papel tienes de sobra… Y de la buena!
Deberías encontrar consuelo en el hecho de que, aunque no siempre consigas hacer una foto estupenda o, al menos, satisfactoria, sin embargo, sí tienes buena pluma.
Milesker. Segi horrela
Jajaja, eskerrik asko, Roberto! 🙂