Dos citas definen la idea que Cartier-Bresson tenía del difícil arte del retrato:

“Lo más difícil para mí no es la fotografía de calle, sino el retrato. La diferencia entre un retrato y una foto es que, en el retrato, la persona acepta ser fotografiada. Pero sucede como con el científico y el microscopio. Cuando tú estudias algo, lo observas, no reacciona como cuando no es observado. Y tú tienes que intentarlo, poner tu cámara entre la piel de la persona y su camisa, y eso no es nada fácil, porque entonces le estás robando algo. Lo curioso es que llegas a ver a la gente desnuda a través del visor. Y a veces resulta embarazoso”.

“Por encima de todo, busco el silencio interior. Busco trasladar la personalidad y no una expresión.”

Henri Cartier-Bresson era famoso por pasar horas con sus retratados, casi hasta agotarlos, pero tomando muy pocas fotos. Lo hizo con John Houston, Francis Bacon, Albert Camus, Ezra Pound… Hablaba con ellos, muchas veces eran conversaciones totalmente banales, intrascendentes, mientras esperaba que el retratado bajase la guardia para apretar el botón. De esta forma, el fotógrafo francés buscaba captar su esencia, ese rasgo característico de la personalidad, ese silencio interior, como él lo llamaba.

 

marilyn bresson

Foto: Henri Cartier-Bresson

Así habla el dramaturgo Arthur Miller del retrato que Cartier-Bresson hizo de su mujer, Marilyn Monroe, una actriz mil veces fotografiada, pero cuya esencia sólo fue captada, según Miller, por el genial fotógrafo francés:

“Hay una foto preciosa de Marilyn, de la época de ‘The Misfits’ (Vidas rebeldes). Es magnífica. Era el primer día de rodaje. Está pensando en algo. No está posando sin más. Hay algo que le preocupa. No sé qué es, pero hay algo. Por eso parece tan llena de vida. Es ella, así era.” (Arthur Miller, en el documental ‘Henri Cartier-Bresson, biografía de una mirada’).

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