En noviembre de 1945, fecha en la que comenzaron los famosos juicios de Nuremberg, Werner Bischof emprendió un viaje por carretera que le llevó por media docena de países europeos para fotografiar los efectos de la guerra.

Era un encargo de Swiss Relief, organización creada para aliviar las enormes necesidades de la Europa de posguerra, y especialmente las de los niños del continente. Bischof no estaba solo, le acompañaba Emil Schulthess, un amigo y fotógrafo suizo que tenía un cuarto oscuro montado en el coche en el que viajaban.

 

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Werner Bischof. Autorretrato.

 

Bischof queda impresionado por la miseria y la devastación que observa a su paso. Hasta entonces, había trabajado en su propio estudio de Zurich haciendo fotografía de corte artístico, con planteamientos muy cercanos a la conocida como ‘Nueva Visión’ fotográfica. Pero lo que ve en este viaje cambiará su vida para siempre. El suizo se da cuenta de que la fotografía puede ser más que arte, que puede servir para registrar testimonios, documentar pruebas y buscar la verdad. Es decir, la fotografía puede servir a la sociedad.

Me sentí obligado a lanzarme y explorar la verdadera cara del mundo. La satisfacción que nos proporciona el vivir en la abundancia nos ha dejado ciegos ante las inmensas dificultades que muchos seres humanos viven más allá de nuestras fronteras.

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La guerra llegó y destruyó la torre de marfil en la que yo vivía. Decidí que, de ahí en adelante, centraría mi atención en el sufrimiento humano, algo que vi mil veces en la frontera entre Suiza y Austria… niños y ancianos desamparados mientras a sus espaldas explotan granadas y los vehículos blindados pasan a gran velocidad.

 

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Alemania, 1945. Foto: Werner Bischof.

 

Sobre las circunstancias en las que Bischof retrató al chico de Roermond hay dos versiones que difieren ligeramente.

La primera de ellas la encontramos en la página oficial de la agencia Magnum. Según esta versión, un día de diciembre de 1945, ambos fotógrafos viajaban por Roermond, en Holanda, cuando Bischof se fijó en un niño. Las heridas de la guerra eran visibles en su rostro y Bischof le hizo un retrato.

Roermond es la última parada de hoy. (…) Las calles están llenas de gente, y no es raro ver a niños jugando con pistolas y cascos… oh, estos juguetes crueles, escribió en su diario. Mientras espero en la oficina de correos, llega un niño con la cara destrozada, llena de marcas y quemaduras azul-violeta provocadas por la metralla, un ojo de cristal y una máscara roja, el cruel contraste de la carne roja y tierna de su cara.

 

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‘El chico de Roermond’. Foto: Werner Bischof.

 

Otra versión es la que se ha publicado en algunos medios suizos según la cual Bischof no fotografió al niño nada más verlo sino algunos días después. Werner Bischof y su compañero de viaje se encuentran en Bélgica cuando la revista Du Magazin para la que trabajan les encarga una fotografía para la portada, que deber ser en color y aunar pasado, presente y futuro. Casi nada. Es cuando, siempre según esta versión, Bischof recuerda el rostro del niño al que vio en Holanda y entonces deciden volver a Roermond en su busca para hacerle unas fotos.

Consultan al párroco del pueblo y así es como dan con Jo Corbeij, de 16 años. Ese día la luz es muy hermosa, y Bischof decide fotografiar al niño en el exterior, junto a una esquina. La temperatura apenas roza los 10 grados bajo cero. Bischof planta su trípode y su cámara frente a Corbeij y le hace varias fotos. La gente que pasa cerca los mira extrañados y menea la cabeza.

 

 

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Contactos del día en que Bischof fotografió a ‘El chico de Roermond’. Fuente: Magnum.

 

Sea cual sea la versión que más se acerque a la realidad, lo que sí es verdad es que Bischof sacó la foto con una cámara Devin Tricolor, utilizando lo que aún eran unas técnicas bastante rudimentarias para trabajar en color. La imagen se toma con tres negativos de vidrio en blanco y negro combinados con varios filtros de color, luego esa imagen se amplía y se juntan los negativos fundiéndolos en una sola imagen. Las marcas que se ven alrededor de los bordes de la foto atestiguan el uso de esa técnica.

Al finalizar el viaje, Bischof comenzó a clasificar el material acumulado, que incluían más de 2.000 imágenes de la devastación y la destrucción causadas por la guerra, de los pueblos, lugares y las personas que allí vivían.

 

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Holanda, 1945. Foto: Werner Bischof.

 

Envía el retrato del niño a los responsables de la revista para que lo publiquen en portada. La foto levanta ya cierta polvareda durante la misma impresión de la revista. Las prensas se detienen, los responsables de la imprenta creen que la imagen es demasiado dura para ir en portada. Tras muchas discusiones, Bischof, apoyado por el editor, consigue que su fotografía vaya en portada.

El número de Du Magazin de mayo de 1946 se llamó «Imágenes de Europa» y en portada llevaba el retrato en color del niño de Roermond, junto con una llamada a «Ayudar a los niños de Europa».

 

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Portada de la revista Du en 1946

 

El editor, en previsión de la polémica que esa imagen podía suscitar, incluyó una carta en la que explicaba la decisión de llevar esa imagen concreta en portada:

“Queridos amigos: somos conscientes de que el chico cuya cara le mira a usted en la portada de nuestro número de mayo puede no resultarle atractivo. Nos gustaría explicar por qué hemos elegido mostrarle una imagen tan perturbadora: el contenido de este número incluye solo una pequeña muestra de las más de 2.000 fotos tomadas por Werner Bischof durante seis meses de viaje a través de media docena de países de Europa. Swiss Relief financió su periplo a lo largo de lo que, en estos tiempos difíciles, no ha podido ser otra cosa que un arduo viaje. A finales del otoño del año pasado, Emil Schulthess y él condujeron por Francia, Bélgica y Holanda. Se encontraron con este niño en una calle de Roermond; tenía un ojo de cristal y una cara repleta de inquietantes cicatrices teñidas de azul por los 12 grados bajo cero que hacía aquella mañana. Siguieron adelante con su viaje, pero no pudieron quitarse de la cabeza a aquel niño».

 

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Niñas huyendo de Checoslovaquia. Foto: Werner Bischof.

 

La publicación de la revista y su portada crearon polémica. Muchos lectores alzaron sus voces a modo de protesta, uno de los más beligerantes fue un médico que escribió una carta al director para expresar la enorme falta de gusto y sensibilidad que, a su modo de ver, evidenciaba el hecho de que se mostrara una fotografía a gran tamaño de un niño herido y sufriendo.

Esta y otras críticas obligaron al editor jefe Arnold Kübler a publicar una disculpa, junto con una aclaración sobre el propósito de la fotografía y una explicación del motivo por el que decidió publicar la imagen del niño.

 

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Francia, 1945. Foto: Werner Bischof.

 

Pero, ¿quién era realmente el niño de la foto y cuál era su historia?

Emil Schulthess, el compañero de viaje de Bischof, relata en su diario la historia de cómo el niño sufrió sus heridas: «Cuando el ejército alemán tuvo que abandonar Roermond, colocaron miles de trampas en muchos lugares: en las entradas de las casas, en las calderas, en los armarios, detrás de puertas, detrás de cajas, dentro de cestas, de cajas de costura, etc. Fue horrible. El niño abrió una puerta que estaba enganchada a una trampa explosiva. Perdió su ojo derecho y su rostro quedó desfigurado por la metralla y las esquirlas. Hay cientos de casos como este solo en Roermond, el de este niño no es el único. Su madre murió hace dos meses, atropellada por un automóvil, y ahora el padre sea quedado sólo con nueve hijos».

Décadas más tarde, en 2011, el hijo de Werner Bischof, Marco, inauguró una exposición de la obra de su padre titulada «El ojo compasivo: Fotografías, 1934–1954» en el Gemeentemuseum de Helmond, una pequeña ciudad cercana a Roermond. La prensa local apoyó la campaña del museo para encontrar personas que pudieran aportar datos sobre la identidad del niño. Finalmente, un hombre llamado Gerrit Corbeij dijo reconocer en la imagen a su hermano gemelo Jo.

 

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Niñas jugando en una iglesia en ruinas. Alemania, 1945. Foto: Werner Bischof.

 

 

Cuando el curador Frank Hoenjet y Marco Bischof se encontraron con Gerrit Corbeij y otros miembros de la familia, conocieron de cerca la trágica historia de la familia. Después de que Jo Corbeij fuera herido por la metralla de una explosión en marzo de 1945, él y sus nueve hermanos perdieron a su madre en un accidente, en octubre del mismo año. Un soldado inglés borracho la había atropellado con su camión mientras ella estaba en la carretera. Tras el funeral de su madre, los niños fueron acogidos por diferentes familiares, (a pesar de que su padre todavía estaba vivo) y, con el tiempo, perdieron contacto entre sí.

La exposición y la foto de Jo volvieron a reunir a la familia… 70 años después.

 

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Budapest, 1947. Foto: Werner Bischof.

 

Cuando Werner Bischof se topó con el niño, toda aquella desgracia familiar acababa de suceder. Según Marco Bischof, los textos que su padre escribe en su diario en aquellas fechas indican que, aunque el fotógrafo no estaba al tanto de todos los detalles de la historia de Jo Corbeij, sintió «un miedo terrible a que esta joven vida sea destruida aún más».

Cinco años después de que Bischof tomara la fotografía, Jo Corbeij murió, a la edad de 20 años, por complicaciones de salud relacionadas con sus heridas de guerra. La historia de Jo Corbeij recibió mucha atención y tanto la radio como la televisión se hicieron eco de ella.

 

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Portada del número especial que la revista Du dedicó a Werner Bischof en 1990.

 

La foto de aquel chico de Roermond dejó finalmente la huella que Bischof buscaba dejar, aquella que remueve conciencias y que denuncia el mal de la guerra y las injusticias del mundo:

Con el tiempo, no creo que nadie pueda pasar por alto estas imágenes de hambre, la gente no puede ignorar todas mis fotos, no, definitivamente, no. E incluso si solo les queda una vaga impresión, a la larga, esa impresión creará una base que ayudará a las personas a distinguir entre lo que es bueno y lo que es inaceptable.

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