Aunque nos cueste creerlo, hubo un tiempo en que Meryl Streep fue una persona totalmente desconocida, una actriz principiante que iba de casting en casting y que luchaba por hacerse un hueco en el difícil mundo del cine. El fotógrafo Duane Michals la conoció en 1975, cuando Meryl acababa de graduarse en la escuela de Arte Dramático de Yale y aún no había tenido su primera oportunidad.
«La foto se tomó antes de que se hiciera famosa. Me habían dicho que tenía un talento extraordinario y un gran futuro por delante. Nos fuimos a la parte alta de Nueva York y recorrimos la zona del teatro Marquis. Lo pasamos genial. Le pedí que bailara y ella estaba tan feliz como se la ve en la fotografía, simplemente radiante. Yo estaba totalmente anonadado con ella, Meryl estaba cómoda, espléndida. Luego me invitó a su apartamento y allí nos tomamos un café acompañado de un bizcocho casero«.
Algunos años y muchos retratos después, Michals hablaba así sobre la dificultad de captar la esencia o el verdadero ser de una persona en un retrato:
«Para mí, hacer retratos sigue siendo un reto tremendo, y pese a haber hecho cientos de ellos, nunca dejo de preguntarme por la verdadera naturaleza del retrato, porque éste tiene que ver con las apariencias. Nunca he creído que la gente sea realmente como aparenta ser y pienso que es imposible saber cómo son en realidad. La mayoría de los fotógrafos se centran en lo obvio; creen y aceptan lo que sus ojos les cuentan, pero los ojos no saben nada».
Descubrir tu blog ha sido lo mejor de mi día, gracias!!
Y tu comentario lo mejor del mío! Gracias, Carlos 😉