Cuando el gran Eugene Smith tomó esta fotografía de sus dos hijos caminando por el bosque llevaba más de un año sufriendo terribles dolores. En 1945 fue gravemente herido cuando estaba en Okinawa trabajando en un ensayo fotográfico titulado ‘Un día en la vida de un soldado de primera línea’.
Se me olvidó agacharme, pero saqué una magnífica foto de los que sí lo hicieron. Mi costumbre de ponerme de pie cuando los demás están sentados me salió mal, dijo cuando lo llevaron al hospital.
Famoso por dotar de un toque humanista único a sus reportajes de guerra y a sus trabajos documentales, Smith tuvo que pasar por dos años de dolorosa y larga convalecencia en los que se veía incapaz de coger su cámara de fotos.
En mayo de 1946, inmerso aún en pleno proceso de recuperación, Smith acompañó a sus hijos Pat y Juanita en un paseo por el bosque.
Aquel día fue el primero en el que intenté volver a sacar una foto. Apenas podía colocar el carrete. Pero estaba decidido a que mi primera foto fuera algo que contrastara totalmente con mis fotos de guerra, quería que fuera una afirmación de la vida.
Años después, al recordar aquel día, Eugene Smith declaró haber sentido una especie de «urgencia espiritual» que le llevó a coger su cámara cuando se disponía a dar aquel paseo con sus hijos.
Mientras seguía a mis hijos entre la maleza y el grupo de árboles más altos, -¡cómo disfrutaban con cada pequeño descubrimiento! – y los miraba, me di cuenta de que en este momento, a pesar de todo, a pesar de todas las guerras y de todo lo que había soportado ese día, quería hacer un canto a la vida y al coraje para seguir viviendo.
Pat vio algo en el claro, agarró a Juanita de la mano y se adelantaron con rapidez. Iban absortos y yo caminaba detrás de ellos, luego me detuve. Luché dolorosamente, casi aterrorizado, con los caprichos mecánicas de la cámara…
Sabía que tenía la fotografía, aunque no fuera perfecta ni importante para el mundo… Sabía que mentalmente, espiritualmente, incluso físicamente, había dado un primer gran paso para alejarme de aquellos dos años perdidos y marcados por el dolor.
El resultado fue una imagen aparentemente sencilla pero que simboliza como pocas la esperanza y el espíritu aventurero que guía la vida, ese momento mágico en el que nos dejamos llevar por la curiosidad, por la emoción del descubrimiento. Smith consiguió lo que buscaba, una imagen diametralmente diferente a todo lo que había hecho con anterioridad, tanto es así que muchos se sorprenden al saber que él es el autor de esta fotografía.
Hasta entonces, en todos sus trabajos, su perspectiva y su mirada habían conseguido atrapar siempre al espectador, provocar una emoción y hacerle pensar. Con ‘A walk to paradise garden’, Eugene Smith consiguió también hacernos soñar.
Mi aspiración es captar la acción de la vida, la vida del mundo, su humor, sus tragedias; en otras palabras, la vida tal y como es. Una imagen verdadera, real, sin poses. Ya hay bastantes farsas y engaños en el mundo como para ir por la vida fingiendo. Si fotografío a un mendigo, quiero que se vea la angustia que refleja su mirada; en una acería busco el símbolo de la fuerza y el poder que hay en ella. Si pretendo retratar a una persona feliz, quiero una sonrisa de pura felicidad, no una sonrisa para la cámara. Me cuesta expresar con palabras mis sentimientos, mi actitud hacia la fotografía. Ya no hago fotos por el simple placer de hacerlo, sino que, como muchos de los antiguos maestros de la pintura, quiero que simbolicen algo.
Le recomendé este blog a una amiga fotógrafa y ella misma, luego de darle una mirada, me recomendó esta entrada. No solo es bella la foto de los pequeños, sino que es bella la manera en que contaste la experiencia de vida de su autor. Muchas gracias.
Gracias, María! 🙂
Debo confesar, y hasta ufanarme, hace poco mas de un año, quizas mas le sugeri respetuosamente a la autora de este estupendo Blog, que se echara una paseada por el libro DIÁLOGO CON LA FOTOGRAFÍA(Paul Hill/thomas Cooper), en donde no solo recogen estas impresiones de Eugene Smith, si no , de los más grandes fotógrafos que parió el siglo pasado.
Y aún tengo pendiente ese vistazo, Oscar. Gracias por recordármelo!