Facebook es una herramienta que ofrece enormes posibilidades tanto a los fotógrafos aficionados que quieren mostrar su trabajo como a quienes sueñan con hacerse un hueco en la profesión y ganar dinero con aquello que más les gusta. La buena noticia es que es muy fácil usar bien Facebook y sacarle todo el provecho posible, y la mala es que es aún más fácil usarlo mal y convertirnos en nuestros peores enemigos. Yo misma he metido la pata más de una vez. Pero es así como más se aprende.
Y de esas meteduras de pata, y de observar de lo que hace el resto, nace esta lista de errores más comunes. Está dirigida a aquellos que quieren dar sus primeros pasos con una página profesional de Facebook pero sin que ello les quite muchas horas. Hay cosas que aquí no se mencionan (promoción de contenidos, herramientas para medir audiencias e impacto de tu página) que son recomendables, pero cuando ya tengamos algo de camino recorrido. El objetivo es evitar errores de bulto en nuestros comienzos y que nuestra imagen profesional vaya creciendo de forma sólida y constante, pero sin sobresaltos.
Así que, si estás decidido a lanzarte como fotógrafo en Facebook y quieres hacerlo con ciertas garantías, evita cometer los siguientes errores:
- Usar tu perfil personal para promocionar tu actividad como fotógrafo. Es muy importante separar lo personal de lo profesional. Está bien que tus contactos personales sepan que te gusta la fotografía y que puede que quieras dedicarte a ello pero tus ansias de promocionarte pueden resultarles una pesadez. Además harás contactos nuevos, gente a la que en muchos casos ni siquiera conoces, y a estos no les importa si estás en una terraza tomándote una cerveza y comiendo unas patatas al alioli o si te duelen las muelas. Si encima eres de los que acostumbra a hablar abiertamente de política o no puedes evitar desahogarte públicamente contra aquellos que hacen que se te tuerza el día… No hay más que decir. ¿La solución? Abre una página de Facebook, puedes gestionarla cómodamente desde tu perfil y te permite separar lo personal de lo profesional.
- Elegir una foto de perfil que no te identifique. Tienes dos opciones: usar un logo propio (si es que lo tienes) o un retrato. Un retrato tuyo, claro. Personalmente, optaría por la foto, me gusta poner cara a un nombre. Que la foto sea natural, cercana y sencilla, y no excesivamente seria. Que se te vea relajado, incluso divertido, pero cuidado, la línea entre lo divertido y lo ridículo es muy-muy fina.
- Poner cualquier foto de portada. No pongas cualquier cosa, elige la mejor que tengas, si es impactante y original, mejor. Cámbiala periódicamente (cada una o dos semanas, por ejemplo), dará dinamismo a tu página.
- No controlar lo que se publica en tu página. Conviene que haya sólo un administrador o persona con permiso para publicar contenidos en ella, y si eres tú mismo, mejor. ¿Por qué? Porque esa página es tu escaparate como profesional, tu imagen de cara al público (y a potenciales clientes) y de ello depende eso que los expertos llaman “tu imagen de marca”. En estos casos, dos suelen ser multitud, y tres ni te cuento. Si por cualquier razón tu página tiene que tener más de un administrador, coordinaos bien, de forma que no repitáis contenidos ni hagáis cuatro publicaciones seguidas en una hora porque pierden visibilidad. Con estos “despistes” te estarás (u os estaréis) saboteando a vosotros mismos.
- No ser lo suficientemente selectivos con las fotos que publicamos. Selecciona bien las que vayas a publicar y asegúrate de que son buenas de verdad. Tu imagen como fotógrafo depende de eso, tu trabajo es tu imagen. Si quieres que te tomen en serio, tienes que empezar por tomarte en serio tú mismo.
- Olvidarte del potencial de las fotos verticales. Nuestro ojo admite mejor las fotos apaisadas u horizontales que las verticales. Pero el vertical es ideal para ver una imagen en una pantalla de móvil, y todos sabemos que cada vez usamos más le móvil para navegar por Internet. ¡Y por Facebook!
- No publicar regularmente. Publica con frecuencia, pero no seas plasta. Como mucho, un contenido al día y como mínimo, uno a la semana. Puede que no siempre tengas fotos propias para publicar, no importa, puedes recurrir a otros contenidos como trabajos de fotógrafos que te inspiren, alguna foto de ti mismo mientras trabajas en alguna sesión, etc. Cuidado con la tentación de compartir enlaces en inglés: o incluyes un pequeño resumen en castellano subrayando lo que te interesa de él o la gente no te hará ni caso.
- No tener en cuenta la hora a la que publicas tus contenidos. Lo que quieres es que los vea cuanta más gente mejor, ¿no? Pues eso. Hay quien aconseja estudiar los hábitos de tus contactos, etc… Pero, personalmente, no creo que haya que complicarse tanto. Primera hora de la mañana, la hora de la comida y las noches de entre semana suelen ser los mejores momentos. Los fines de semana suele bajar el tráfico, pero si quieres publicar algo, hazlo el sábado por la mañana o el domingo por la tarde.
- Compartir tus contenidos en los muros de tus contactos es una falta de respeto. Los muros de Facebook son espacios personales, repito PER-SO-NA-LES. Si alguien quiere tener un contenido tuyo en su muro, ya lo compartirá él mismo. Es lógico que quieras darte a conocer y llegar a más gente, pero no te pases. Está bien querer hacerte visible, pero hay ciertos límites. Cuidado también cuando etiquetes a gente en tus fotos, pregúntales antes si les importa, especialmente si son clientes.
- No escribir nada. No te limites a mostrar tus fotos, hazlas más tuyas con unas pocas palabras. Acompaña tus publicaciones con un par de frases, le dan un toque más personal al contenido y siempre funcionan mejor. Eso sí, cuidado con venirse arriba y empezar a escribir textos pomposos y con palabras grandilocuentes. No estás aquí para fundar una nueva religión ni para ser el gurú de nadie. Sé natural, cercano y, sobre todo, humilde. No caigas en postureos De lo contrario, corres el serio riesgo de hartar a todo el mundo o de que se rían de ti. Y es tan fácil bloquear a un contacto o darle al botón de ‘dejar de seguir’… El mejor consejo: escribe el texto que a ti te gustaría leer.
- Decirlo parece una perogrullada, pero… Cuando escribas algo, asegúrate de que no se te cuelan faltas de ortografía ni errores gramaticales. Un texto, o frase, por corto que sea, da muy mala imagen si está mal escrito. No hace falta que seas Miguel de Cervantes ni Pérez-Reverte, basta con que seas correcto. No te agobies si eres de los que tienen dudas al escribir, todos las tenemos en mayor o menor medida, y existe una cosa maravillosa: el corrector de Word. Pero huye del autocorrector, suele jugar muy malas pasadas en los momentos más inoportunos.
- Además de ser ortográficamente correcto, sé también políticamente correcto. Nada de usar tu página para despotricar, criticar o menospreciar el trabajo de nadie. Eres un profesional (o aspiras a serlo) así que actúa como tal. Para poder exigir respeto hay que ganárselo y predicar con el ejemplo.
- Publicar la misma foto más de una vez. No utilices la misma imagen para acompañar contenidos diferentes porque parecerá que estás repitiéndote.
- Utilizar Facebook e Instagram sin ningún tipo de criterio. No tienes por qué tener utilizar ambas plataformas, pero si lo haces, complementa la una con la otra. Me explico: utiliza Instagram para publicar el grueso de tu trabajo, puedes meter ahí todas las fotos que quieras (pero eso sí, que sean buenas y que reflejen tu trabajo con sinceridad), y usa Facebook para publicar sólo lo mejor de lo mejor y para relacionarte con tus contactos. Instagram es un escaparate; Facebook, una comunidad.
- Estar demasiado pendiente de los ‘likes’ y de los seguidores que tienes. Es muy tentador y a todos nos gusta ver cómo suben (y por qué suben). Pero nunca tenemos suficientes, nos comemos la cabeza y acabamos publicando contenidos cuyo único objetivo es acumular ‘likes’. No te conviertas en quien no eres, ni disfraces tu trabajo de cara a la galería porque eso acabará perjudicándote.
- Olvidar que tus contactos, además de potenciales clientes, son también personas. Así que contesta a los comentarios que te hagan (que alguien se tome su tiempo para escribir algo en tu página no tiene precio), y hazlo tan pronto como puedas. Son detalles que se agradecen y dan muy buena impresión.
- Olvidar la importancia de las opiniones de tus clientes. Si haces una sesión de fotos para alguien, y este queda satisfecho, pídele que escriba algo sobre su experiencia en tu página, aunque solo sean unas palabras de agradecimiento. Esos comentarios positivos darán confianza a los posibles clientes que lleguen a tu página y contribuirán a que tu trabajo genere confianza. Vale más un comentario positivo que cien ‘likes’.
- No tener en cuenta las fechas especiales (Navidad, Halloween, Semana Santa, Carnaval…). Publica alguna foto relacionada con la fecha en la que estamos. Puede ser un simple bodegón con motivos navideños, un paisaje, una sesión de fotos que te hayan pedido o una personal que tú te montes. A la gente le gustan ese tipo de guiños y demostrarás también lo versátil e imaginativo que eres.
- Quedarte atrapado en Facebook y olvidarte de tu ocupación principal: ser fotógrafo y hacer fotos. Tu página de Facebook es un complemento importante a tu labor, pero no es el motivo principal. Si ves que te quita mucho tiempo y te da muchos dolores de cabeza, simplifica y no te agobies. Y siempre, siempre, pide consejo.
- No disfrutar gestionando tu página de Facebook. Si a ti te resulta divertida y atractiva, también lo será para los demás.