«Tenía la esperanza de ser olvidado, aspiro a no ser importante». Es la frase que deja caer Saul Leiter en el documental ‘In no great hurry. 13 lessons in life with Saul Leiter’, una especie de epílogo a la vida del gran fotógrafo que se grabó en 2012, un año antes de su muerte.
La frase resume perfectamente la filosofía de Saul Leiter, que trató de esquivar la fama y los grandes (y merecidos) reconocimientos hasta sus últimos días, y explica, a su vez, que tras su muerte, entre las montañas de diapositivas sin etiquetar y de carretes no revelados que llenaban su pequeño apartamento neoyorquino, apareciesen una serie de fotografías en blanco y negro en las que el maestro de color muestra su fascinación por los misterios del desnudo femenino.
Su faceta de pintor alimentó a Leiter en su dominio del color y la expresividad cromática, pero su curiosidad por las formas, los volúmenes y contornos sugerentes de los cuerpos femeninos solo pudo saciarla a través de la abstracción del blanco y negro. También era consciente, de una forma práctica, de lo difícil que resultaría en aquella época hacer un fotolibro, como era su intención, con estas fotos si se hubieran hecho en color (a mediados del siglo XX el color era considerando aún algo ‘poco serio’).
De los desnudos de Leiter emana una intimidad poderosamente cautivadora. Abarcan un período de unos 15 años, en los que Leiter fotografió en su estudio a varias mujeres con las que tenía una relación muy cercana, incluida su amiga, amante y musa Soames Bantry. Este contexto de confianza y el hecho de que Leiter no fuera un fotógrafo ‘intrusivo’ (de carácter pausado, le gustaba observar con tranquilidad y pasar totalmente desapercibido) crearon esa atmósfera tan especial que se observa en las imágenes.
Leiter no evitaba las distancias cortas, pero amaba la naturalidad y la espontaneidad por encima de todo. Así lo explica Margit Erb, asistente personal de Leiter en sus últimos años de vida (a la que también podemos ver en el documental) y actual directora de la Fundación Saul Leiter:
Hay una gran historia que Grace Coddington (exmodelo y exdirectora creativa de la edición estadounidense de la revista Vogue) cuenta en su biografía. Saul iba a hacerle unas fotos y le dijeron que se reuniera con él en una plaza de Manhattan. Fue allí y estuvo esperando una media hora, pero él no se presentó. Regresó a la agencia y le dijo a su jefe que Saul no se había presentado. Su jefe, extrañado, le respondió que no era posible, porque de hecho le había hecho ya las fotos. Leiter tenía un teleobjetivo y había esperado a que Grace llegara para fotografiarla mientras esperaba para obtener una pose lo más natural posible.
Estos desnudos muestran la faceta más íntima de la fotografía de Saul Leiter. Con las imágenes se organizó una exposición llamada ‘In my room‘ (puede visitarse en la galería Howard Greenberg de Nueva York hasta este próximo 30 de junio) y se ha publicado un fotolibro con el mismo título.
Las protagonistas de las fotografías son mujeres desnudas o semidesnudas, captadas en un ambiente intimista, con una luz suave y que protagonizan escenas cotidianas. Muchas de ellas tienen un toque de voyeurismo consentido y casi juguetón que solo alguien como Leiter podía crear. Hay una especie de quietud existencial y una profunda sensibilidad que las hace más pictóricas que cinematográficas.
Saul fue autodidacta en la historia del arte y le encantaban los impresionistas franceses y la obra de pintores como Matisse, Vuillard y Bonnard. Él también era pintor y en sus fotografías puede percibirse la huella de esos pintores. Bonnard, por ejemplo, pintó a su mujer mientras se daba un baño, una imagen muy doméstica cuya influencia se refleja en estas fotografías, afirma Margit Erb. Efectivamente, la composición, las poses y las escenas son más propias de un cuadro que de una fotografía.
No hay formas abstractas, no son fotografías de partes del cuerpo femenino, la figura aparece siempre entera: la cabeza, los ojos, la inteligencia… Estas mujeres están al mismo nivel que Saul, son tan creadoras de la imagen como él. No posan sino que son fotografiadas de una forma muy casual y espontánea, a veces pueden verse sus cicatrices y las marcas que la ropa ha dejado en sus pieles.
Una de sus modelos, Fay, estuvo en la inauguración de la exposición. Tiene 92 años. En la época en la que se hicieron las fotos, ella acababa de mudarse desde Detroit a Nueva York y posó desnuda para él. No tuvieron una relación romántica pero está claro que se lo pasaron muy bien mientras hacían las fotos: ella aparece fumando, mirando de forma seductora por encima de su hombro… Lo gracioso es que ella no recuerda haber estado desnuda, solo que se sintió libre y bien consigo misma. Son fotografías de las mujeres que Saul amaba, y creo que eso lo diferencia de otros trabajos que se han hecho con el desnudo. Son imágenes de una época en la que se suponía que las mujeres debían estar fregando alegremente en la cocina, no posando lánguidamente en el apartamento de un amigo y creando arte.
Desde finales de los años sesenta, coincidiendo con sus últimos desnudos en blanco y negro, y hasta principios de los noventa, Leiter comenzó a pintar sobre sus propias fotografías. El fotógrafo parece echar de menos la expresividad y la energía del color y viste sus fotos con numerosas y certeras pinceladas.
Como buen admirador de los impresionistas, Leiter demuestra también en estas obras su devoción por el color y la luz. Las fotografías en blanco y negro se convierten en sus pequeños lienzos (Saul Leiter no era amigo de pintar sobre lienzos grandes y prefería hacerlo en páginas de cuaderno).
Tal y como explica la escritora Mona Gainer-Salim en la introducción del libro ‘Painted Nudes’, que recoge 70 de estas imágenes, Leiter reconoció que una fotografía podría proporcionarle cualidades que entusiasmarían a cualquier pintor. Al igual que un boceto, proporciona una geometría subyacente, un paisaje de formas, que guía los trazos de su pincel. La pintura se aplica con energía y sensualidad, esculpe y viste a las mujeres, devolviéndolas a la vida que la película en blanco y negro ha eliminado.
El resultado es un conjunto de imágenes que recuerdan aún más a los cuadros de sus adorados Matisse, Bonnard y Vuillard. El color parece brotar del alma de Leiter para encontrar acomodo en las sensuales formas de las fotografías.
Cuando Saul Leiter coloreó estas fotos no se consideraba ningún virtuoso del color, para él eran meros experimentos, una especie de juego, de prueba y error. Y es que Leiter jamás se consideró maestro de nada, y se reía de aquellos que le veneraban como un pionero, una especie de leyenda del lenguaje fotográfico. Lo expresó él mismo, mejor que nadie, en el documental ‘In no great hurry’:
¿Qué hace pensar a alguien que yo sea bueno? Lo soy, realmente, a veces, pero no debería presumir de ello. Si tengo en cuenta todas las cosas bellas que se han hecho, mis logros son bastante pequeños. No me veo arrastrado por la grandeza de Mister Leiter.
(…)
Yo soy fotógrafo, pintor… Pinto algunos cuadros, hago fotos. Estoy feliz de tener un libro (Early Color) que parece haber llegado a cierta gente, haberles emocionado. Eso estuvo bien. ¿Soy un héroe? ¿Soy un gigante sentado a horcajadas en la gran montaña de la fotografía? No lo creo (ríe).
Más fotografías de ‘In my room’:
*Las palabras de Margit Erb están extraídas de un artículo sobre Saul Leiter publicado en la revista online anothermag.com
Dónde comprar el libro:
Comprando el libro en Amazon desde este enlace, ayudas al mantenimiento de este blog.
Su poca intrusividad está a un paso de Miroslav Tichý
Sí, la suya es una mirada muy especial.
De acuerdo con eso Jesus Mari, y su concepto del coloreado de sus fotografías se acerca tambien a Tichy, manteniendo su personal sello por supuesto.
Un gran descubrimiento para mi, no conocía a este fotógrafo ni su trabajo, me resulto fascinante su libro Early Color..gracias por «presentármelo» ….lo disfruté a montón.
Saul Leiter es uno de los imprescindibles, y muy-muy inspirador. Me alegro de que lo hayas descubierto! 🙂
Hola, estupendo articulo, creo que hay para más de un articulo en la frase de » la abstracción del blanco y negro», si hubiera algo escrito por algún lado me gustaría leerlo, saludos
Me apunto el tema, gracias, Juan! 🙂
Bueno, tenía el libro en mi (siempre creciente) lista de deseos de libros de fotografía en Amazon. Pero he aprovechado el principio de mes y lo he comprado a través del enlace.
Muchas gracias por el Blog!
Y el VideoBlog! (aunque 54 minutos pueden ser largos y hay que digerirlos, al menos en mi caso, a ratos)
Manu Glez
Hola, Manu! 54 minutos hay que digerirlos, en tu caso… y en el todos! Jajajaja. La verdad es que mi idea es que este vídeo, en cuando a su duración, sea una excepción, hubo varias personas que me pidieron un análisis de «Los Americanos» y así lo hice (aunque ni en sueños pensé que me saldría un vídeo de casi una hora). Me alegro de que sigas disfrutando del blog y de los vídeos. Un abrazo!