«Es la única que me ha influido», solía decir Henri Cartier-Bresson cuando le preguntaban por alguna fotografía que le hubiera marcado.

munkacsi

Foto: Martin Munkácsi

La foto en cuestión ha pasado a la historia con el nombre ‘Tres chicos en el lago Tanganika’ y la tomó el fotógrafo húngaro Martin Munkácsi en 1930. La imagen rezuma vida, movimiento y espontaneidad, características todas ellas de la obra fotográfica de Munckácsi, y fue esa combinación refrescante la que atrapó la siempre inquieta mirada de Cartier-Bresson.

Fueron varias las ocasiones en las que preguntaron al francés por esa foto,  y él siempre dejaba patente su infinita admiración por ella:

«En 1932, vi una foto de Martin Munkácsi en la que se puede ver a tres chicos corriendo hacia el mar y tengo que confesar que fue la chispa que encendió los fuegos artificiales. De repente comprendí que una fotografía podía atrapar la eternidad en un momento… Me hizo darme cuenta de que la fotografía podía alcanzar la eternidad a través de un momento. No podía creer que algo así pudiera ser captado con una cámara. Me dije, joder, y cogí mi cámara para salir a la calle».

«Aparecen tres chavales a la carrera sobre una enorme ola, en la playa. Todo es perfecto en ella: las relaciones, la composición, el movimiento. Me impactó mucho».

«¡Todavía no me he recuperado! Qué fuerza plástica, qué sentido de la vida, el blanco, el negro, la espuma. Me conmocionó«.

«Es fantástica, fantástica, fantástica. Encendió algo en mi interior. Me dije a mí mismo: cómo es posible hacer algo así con una cámara fotográfica. En verdad es la foto, la única foto».

«Cuando la vi, me dije… estas son las fotos que merece la pena hacer, las que quiero hacer».

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