Dos hombres miran varios álbumes de fotos. Contienen 4.000 fotografías. Son imágenes sacadas en el mismo lugar, a la misma hora y con el mismo encuadre. Sacadas una a una, durante 4.000 días, 12 años, sin interrupción; haga frío, calor, sol o llueva. 4.000 fotografías que en un primer y rápido vistazo son aparentemente iguales. Y en ese «aparentemente» es donde está la clave.
Harvey Keitel, en el papel del Auggie Wren, es el estanquero de las 4.000 fotografías. William Hurt es Paul Benjamin, el escritor que intenta superar la trágica y súbita muerte de su mujer, y que hojea los álbumes de fotos sin entender nada, mirando sin ver… hasta que las palabras de Auggie le hacen mirar diferente. Y entonces ve, y al final de la escena se encuentra con un regalo inesperado, un instante robado de alguien que ya no está.
– Nunca lo entenderás si no vas despacio, amigo mío. Vas muy deprisa, apenas miras las fotos.
-Pero… ¡son todas iguales!
El tiempo en fotografía es clave, pero no solo el tiempo de exposición. Hay otro tiempo, a veces llamado ‘tempo’, como en italiano, quizá porque suena más poético, quizá porque hace referencia al ‘tempo’ musical, ese que nos dice a qué velocidad debe ejecutarse una melodía. De este ‘tempo’ en fotografía no suele hablarse tanto, pero no por ello es menos importante.
El ‘tempo’ es el tiempo que nos regalamos en fotografía, ese tiempo en el que disfrutamos haciendo fotos, esa especie de ‘pausa’ en el que el resto del mundo parece quedar en suspenso. El tiempo que nos tomamos para (ad)mirar el trabajo propio y, sobre todo, el de los demás, esos momentos en los que somos protagonistas de un milagro que, por cotidiano, apenas valoramos como se debiera y que en pleno siglo XXI sólo es capaz de proporcionarnos la Fotografía, así, en mayúsculas: el milagro de poder ver el mundo a través de la mirada de los otros.
El ‘tempo’ lo es todo, desde ese instante fugaz en el que, como decía Cartier-Bresson, ponemos «la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje», y de repente todo parece cobrar sentido, hasta esa “demora en el ver“, ese espíritu pausado al que hace referencia Sergio Larraín en su famosa (e indispensable) carta a su sobrino Sebastián Donoso, escrita en 1982:
Uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, porque se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se puede.
«Poco a poco se te va entregando el secreto, y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa», es quizás la frase que mejor resume lo que le sucede al personaje interpretado por William Hurt en esa escena de la película ‘Smoke’. Es cuando se toma su tiempo cuando comienza a ver.
-Nunca lo entenderás si no vas despacio, amigo mío. Vas muy deprisa, apenas miras las fotos.
-Pero… ¡son todas iguales!
-Son todas iguales pero cada una es diferente de todas las demás. Tienes tus mañanas soleadas, tus mañanas oscuras, tienes tu luz de verano, tu luz de otoño, tienes tus días de diario y tus fines de semana… Ves a la gente con sus abrigos y botas de agua, la ves con camisetas y pantalones cortos… A veces es la misma gente, a veces otra diferente… A veces las personas diferentes se convierten en las mismas, y las mismas desaparecen. La Tierra gira alrededor del sol cada día, la luz del sol golpea la Tierra desde un ángulo diferente…
-Más despacio, ¿eh?
-Es lo que recomiendo. Ya sabes cómo es: mañana y mañana y mañana… El tiempo nos arrastra a su ritmo sin fin.
Demorarnos en el ver y en el mirar, el ‘tempo’ es así el secreto y el arma de la fotografía, porque ¿no es acaso la fotografía la única forma que tenemos de detener y robar instantes al tiempo?
*Gracias a Marcelo Caballero, fotógrafo, autor del blog Miradas cómplices y cofundador de la web de fotografía documental Quitar Fotos, por descubrirme esta escena de la película ‘Smoke’.
*Más información sobre la película Smoke
Magnífica entrada, Leire. No hace mucho que vi Smoke y esa escena es sencillamente fabulosa. Gracias por volver a traérmela, acompañada de Larraín. Combo insuperable.
Jota.
Gracias, Jota! La conexión con Larraín me vino a la cabeza de repente, mientras escribía el post, y cuanto más pensaba en ello, más claro lo veía. La película es una maravilla, tengo pendiente verla de nuevo! Saludos 🙂
Me ha gustado mucho el artículo. Habla de la tan necesaria lentitud en el arte, de la bendita parsimonia del artesano que tanto se necesita en fotografía.
La paciencia nunca está demás, eso es cierto. Gracias, Emilio!
Magnífico post.
Aparte de lo que quieres decir en el fondo, también me hace pensar en la avalancha actual de imágenes en redes sociales y medios. Nunca se habían hecho tantas fotografías como ahora ni se habían puesto a disposición del público general. Esta saturación hace también que no dediquemos tiempo a mirar, quizás porque no disponemos de él, y se nos pueden pasar por alto muchas cosas, detalles en los que no nos fijamos. Llaman más la atención las imágenes simples, minimalistas, que no las complejas, porque a la mayoría de la gente les parecen iguales o vacías y no se detienen a mirar. Hay que recurrir a «hooks» (anzuelos) para llamar la atención y que se paren a mirar más al fondo.
No sé si se me entiende, quizás voy demasiado rápido…
Se te entiende perfectamente, Santi. Gracias por tus palabras!
Mil gracias… tengo que ver esa pelicula. Ese instante de la pelicula me ha llenado de ignorancia o quizas me la ha despertado…
Gracias a ti, Jose Miguel. Y no dudes en ver la película, seguro que la disfrutas!
que bonito lo que has escrito sobre esa escena que no olvidaré jamas. Gracias, Leire por tu pasión.
Gracias a ti, Marcelo, por descubrírmela. Una auténtica joya! 🙂
Hola Leire, me ha gustado mucho el post. Ha sido leerlo ésta mañana y este mediodía he visto Smoke. La película es encantadora y la escena de las 4000 fotografías… Puff, te hace reflexionar sobre lo que nos perdemos por ir tan rápido. Muchas gracias por «Cartier-Bresson no es un reloj» 🙂
Gracias a ti, Miguel, por tus palabras y por seguir el blog!
Buf, sublime!!!
Sí, la escena es una maravilla!
Agradable coincidencia http://www.laong.org/rodolfo-tuliano/
Cierto. Música, abstracción y ‘tempo’… Buena combinación!
¡Excelente! muchas gracias por el articulo, ¡saludos!
Gracias! 🙂
Hace un par de dias que ando revoloteando este maravilloso blog, una señora amiga citó tu ultima entrada y la pelicula .. me recuerda mucho a Chris Marker, el dialogo y la forma de llevar tanta y tan buena informacion, uno siempre jacta de tener cierto conocimiento de algo hasta que descubre un nuevo libro en la biblioteca o se cruza con gente que sabe mas, y comienza de vueltas la idea de fascinación por lo que uno gusta saber, y vuelve a ser niño de vueltas. Ya sea por retener poca informacion o vayaverqué, pero un blog asi nos deja como niños fascinados.
Gracias!
Diego…. tu mensaje me ha dejado casi sin habla! Gracias por esas palabras tan bonitas y por citar a Chris Marker. Tengo que confesar que no lo conocía, así que he anotado su nombre para investigar sobre él y su obra. Yo también soy una niña fascinada que no deja de aprender, y espero no dejar de serlo nunca! Quién sabe, quizá de tu mensaje salga un futuro post… Muchísimas gracias!
Maravillosa película, diría que memorable, la metáfora del tiempo se hace presente de una manera poética, única, para los que amamos el cine y la fotografía. Saludos.
Yo la he visto ya unas cuantas veces… y no deja de gustarme! Gracias, Monique.
Magnifico post!! con una de mis pelis de culto.
Gracias, Isa! 🙂
Excelente escena, debería ser el prólogo de cualquier curso de fotografía.
La conocí durante la cuarentena. A veces las cosas malas nos dejas posos buenos. Non stop.
PD: En mi tablet (IPad) la publi me tapa el click de ok del catpcha y no puedo suscribirme al blog.
Ups, vaya… Se lo comento al chico que se ocupa del diseño, a ver si puede arreglarlo. Gracias!
He sentido el «tempo» leyéndote.
Gracias por regalarme este momento.
Y qué bonito es compartir el tempo y la pasión! Gracias a tu, Isabel.
Leire
Maravilloso artículo. Muchas gracias por publicarlo. No tiene desperdicio alguno.
Me alegro de que te haya gustado, Paco!