El barro atrapó a Cristina Fontsaré en la infancia. Y fue el barro el que prendió en ella la chispa del arte y, por extensión, la de la fotografía. Cuando tenía 9 años y estaba en 5º de Primaria, su maestra repartió pequeños paquetes de arcilla en clase. Cristina hundió sus manos en aquella pasta húmeda y pegajosa y algo hizo ‘click’ dentro de ella.
Sentía fascinación por el barro. Cuando tocaba el barro todos mis sentidos se despertaban y mi imaginación se activaba. Me dije a misma: yo de mayor haré esto.
Fueron los comienzos de esta fotógrafa catalana cuyo trabajo refleja los entresijos que unen, a veces de forma simple, otras veces de manera más intrincada, la ficción y la realidad.
Sus fotografías, que muchas veces interviene a posteriori de diferentes formas, es el fruto de un interés que le lleva a observar atentamente los ciclos de la vida, la metamorfosis en su sentido más amplio y la búsqueda de lo extraordinario en lo cotidiano. Todo ello impregnado de la sutileza y el misterio de aquello que se siente efímero.
Descubrí la fotografía casi por azar. Me inicié en el arte a través de la escultura y era muy escultora. Trabajaba con metales, hormigón, tierra. Después de hacer varios proyectos grandes en espacios públicos por España, sentí la necesidad de intervenir en el espacio de una forma más global y empecé a estudiar paisajismo en la Escuela de Arquitectura de Barcelona.
En ese momento en el que apareció la fotografía y fue todo un flechazo.
En un principio, utilizaba la fotografía como herramienta de observación y estudio del paisaje. Hacia grandes panorámicas que luego intervenía con dibujo.
Con el tiempo, Cristina empieza a ver el gran potencial que encierra la fotografía, se da cuenta de que con ella puede leer el mundo y explicarlo desde una esfera tan íntima. La fotografía se convierte así en el medio predilecto para inventar y contar historia de una manera visual, y hacerlo además con varias capas de significado. Una misma imagen le permite situarse entre lo onírico y lo real, entre lo físico y lo emocional. La intervención es una forma de agregar misterio a sus ensoñaciones.
La fotografía es para mí uno de los grandes inventos, un descubrimiento con el que la imaginación se me dispara. Es la intersección de muchos ámbitos, el arte, la ciencia, la tecnología, lo vernáculo, lo relacional, lo emocional, la psicología, el mundo exterior, el interior… Es infinita y hay tantas maneras de abordarla…
Me atrae y me cautiva porque puede albergar tantas capas de contenido visible e invisible. Cada inicio de proyecto es una aventura nueva con la que entusiasmarse por todo lo que puedes mostrar a los demás a través de la fotografía.
La obra de Cristina Fontsaré se basa en proyectos de largo recorrido sobre temas universales. La suya es una mirada personal y fusiona diferentes dimensiones que son importantes para ella a nivel artístico, emocional, conceptual y psicológico. La psicología es, precisamente, uno de los elementos que sostiene el núcleo de sus diferentes trabajos.
Los temas de los proyectos surgen en sincronía con mi vida, no los busco, me los encuentro.
Trabajo con mi entorno más cercano y más íntimo. Estoy atenta a los ciclos de la vida. Soy observadora y espero.
Cualquier cosa puede ser el inicio de un proyecto, no necesito grandes viajes ni producciones ya que mi trabajo gira en torno a los mismos paisajes y lugares que he habitado o habito, con los que tengo un vínculo ya sea de pasado actualizado o presente continuo. Porque lo importante aquí no es el paisaje en sí, que suele mostrarse como un telón de fondo, sino lo que ocurre, la vida que transcurre sobre este paisaje.
El paisaje no es protagonista de su obra como tal, pero sí un elemento omnipresente. Incluso en muchos de los retratos, el paisaje abraza, envuelve y sostiene a los sujetos, dotando a las escenas de una significación diferente, complementando las miradas, cuerpos y emociones de los propios sujetos. Retrato y paisaje se funden en los universos propios de Fontsaré; el paisaje del rostro y del cuerpo y la expresividad del medio físico. Todo se funde entre memoria, invención, sueño y recuerdo.
Me interesa la naturaleza inquietante de los estados de transición como estado de posibilidades en un sentido amplio, ya sea en personas o en lugares. De ahí el estar atenta y observar.
En Fontsaré se percibe un deseo inmanente de vida al aire libre, una necesidad de habitar ciertos paisajes, de estar dentro de ellos, y de mirarlos, a su vez, desde fuera.
Creo que los humanos tenemos una gran necesidad de paisaje, cuando nos falta, algo va mal.
Vuelvo a los mismos paisajes en los que he habitado para así intentar entenderlos.
‘JOURNEY TO THE CENTER OF THE EARTH’
Este proyecto es un viaje imaginario en la búsqueda de Mari, principal deidad de la mitología vasca. Ella es la manifestación de las fuerzas divinizadas de la naturaleza.
En un primer momento mi relación con el País Vasco estuvo ligada a la escultura.
Mi primera visita fue en 2003, con motivo de un premio que me dio Caja Vital Kutxa para realizar una escultura en Álava. Durante un año estuve pasando temporadas.
Pocos años más tarde en 2005 o 2006, un amigo vasco, artista y escalador me llevó a la morada de Mari y no podía ser de otra manera, me entusiasmó la figura de una divinidad pre-cristiana femenina diosa, madre creadora y símbolo de las fuerzas de la naturaleza.
Años más tarde, en 2019, después de años de maternidad intensa, realicé un viaje con mi familia en busca de Mari. El proyecto se gestó en este momento y tomó forma durante el primer confinamiento.
Paralelamente, durante el confinamiento empecé a leer con mi hija ‘Viaje al Centro de la Tierra’ de Julio Verne. El proyecto es una ficción en la que mezclo mitología y aventuras, pero en lo más profundo es el viaje hacia el interior de la maternidad y la familia.
Todos los seres y ciclos naturales de la vida son las diferentes expresiones de Mari. Ella es la naturaleza en su esencia y totalidad.
Reina de los tres reinos, Mineral, Vegetal y Animal y de los cuatro elementos: Tierra, Aire, Agua y Fuego. Mari es invisible, aunque hay quien afirma haberla visto, pero se siente en cada rincón, cada paso, cada grano de tierra y cada brizna de hierba. Está en el movimiento de las hojas, en la caída de la lluvia y en el sonido del viento. Mari inspira, protege y guarda. Es la madre de todas las madres, castiga la mentira, el robo y el orgullo y de ella vienen los bienes de la tierra y el agua de los manantiales.
Las fotografías se tomaron con película polaroid despegable y se guardaron en una caja durante varios meses hasta que llegó la Covid-19.
Empecé a trabajar con los negativos durante el confinamiento y al mismo tiempo leía las obras de Julio Verne con mi hija, como una forma de viajar a otros mundos imaginarios. Y el viaje continúa…
‘ONCE UPON A TIME IN MY LIFE’
En esta serie, Cristina Fontsaré se plantea captar lo no visible, el universo sensorial propio de nuestra infancia, aquello que ocurre en esa zona difusa en la que se funden realidad y ficción. Es el lugar en el que las percepciones se difuminan, en el que los sueños infantiles cobran vida ajenos aún a su más que probable incumplimiento.
Las polaroids de la fotógrafa recogen ese mundo de pactos secretos, de disfraces que propician experimentar con fugaces, que llegan, vienen y se van. Rostros ocultos detrás de máscaras y purpurina y cuerpos que parecen suspendidos en el tiempo, y que confluyen en un jardín encantado. El misterio del deseo en todas sus vertientes y el enigma del yo nos atrapan en las fotografías de este proyecto.
‘A CRACK IN THE MIRROR’
En ‘Una grieta en el espejo’, Fontsaré viaja a través de los procesos de metamorfosis que caracterizan la infancia, la pubertad y la adolescencia fotografiando a diferentes chicas todos los años.
Las imágenes, más que describir, evocan los enigmas de la infancia. La idea es construir un diario de vida que refleje los cambios en cada una de las etapas de crecimiento de la metamorfosis por las que las niñas tienen que pasar de la niñez a la edad adulta. Creamos situaciones a través del juego que están entre la realidad y la ficción, donde el juego es más real que la realidad.
‘I’m not promising you a wonderful world’, ‘Monuments’ y ‘Red light lanscape’ son estéticamente diferentes a los anteriores. La noche y las grandes sombras cobran protagonismo en contraste con las luces.
Estas series son las primeras que hice: ‘No te prometo un mundo maravilloso’ se realizó entre 2006 y 2007 ‘Monuments’ y ‘Red light Landscape’ se realizaron entre 2010-2013, don un paréntesis en 2008, que fue cuando nació mi hija.
Durante estos años pensaba las fotos de día y salía a cazarlas y recrearlas de noche.
‘I’M NOT PROMISING YOU A WONDERFUL WORLD’
‘No te prometo un mundo maravilloso’ rememora los paisajes de mi infancia en el Pirineo Catalán de una manera onírica como resortes de memoria entre pasado y futuro. Son imágenes panorámicas con una lectura horizontal, la mirada discurre a lo largo de esta línea espacio temporal entre el recuerdo, lo imaginado, lo onírico, lo que podría ser o podría haber sido.
En estas imágenes, Cristina se centra en el potencial fisiológico de esos territorios que tanto le gusta habitar visualmente y que se mueven en el umbral entre la naturaleza y el artificio. Elige lugares que le son familiares y cercanos física y emocionalmente.
Lo curioso es que en un primer vistazo lo personal parece estar ausente, pero es esa aparente ausencia la que denota una fuerza y presencia latentes. No se ve, pero se siente, en todas y cada una de las imágenes.
En esta serie, Fontsaré introduce ya un elemento que a la postre se convertirá en característico de su obra: la presencia de una narrativa tácita que hace que sus fotografías dejen de ser estáticas y se convierta en verdaderas historias visuales.
Se da cuenta de cómo cambian las cosas por la noche, cómo se transforma la realidad durante esas horas. Utiliza la realidad como punto de partida para crear otra realidad, una simulada, que surge de su imaginación.
‘MONUMENTS’ Y ‘RED LIGHT LANDSCAPE’
Estas dos series se realizaron como una road movie nocturna a lo largo de carreteras secundarias y espacios liminales en el Empordà donde estuve viviendo tres años cuando dejé mi ciudad natal, Barcelona, hace ya más de una década.
En 2020 hice un libro monográfico de estos años titulado ‘Nigth Years’.
‘MONUMENTS’
Monuments es un proyecto fotográfico que trata sobre la identidad contemporánea del paisaje rural, explorando aspectos estéticos característicos que aún no están asociados a esa visión muchas veces idealizada de las zonas rurales.
‘Monuments’ se ha fotografiado como una road movie nocturna, a lo largo de las carreteras locales que atraviesan el emblemático paisaje del Empordà de Cataluña.
La globalización nos ha traído nuevos hitos, neones, señales luminosas, de un continente a otro. El paisaje local se transforma, sobre todo de noche, por la americanización de la publicidad y la arquitectura de las gasolineras, poesía cinematográfica que habla en inglés.
Monumentos a una sociedad poscapitalista que construye descuidados espacios residuales en una loca y absurda carrera por conquistar la Naturaleza, dejando huellas efímeras de su paso por todo el mundo.
‘RED LIGHT LANDSCAPE’
El proyecto surge de un interés por capturar el paisaje nocturno de las carreteras del norte de la provincia de Gerona, Cataluña, en su camino hacia Francia y, en particular, hacia La Junquera (frontera entre Cataluña y Francia). Es una zona plagada de discotecas y clubes nocturnos, en la que se crea un escenario con usos propios y con su propia iconografía.
La obra fue concebida como una exploración de estas construcciones nocturnas, observadas desde la carretera, ubicadas en parajes de alto o bajo perfil en términos de discreción, ya sea en la periferia o en tierra de nadie entre cruces de carreteras insertadas en un paisaje. que tiene ciertos toques bucólicos.
Lugares cerrados que de día pasan completamente desapercibidos, de noche destacan como hitos, señuelos visibles desde lejos. Decorados con su parafernalia de neón, carteles que lucen sus eufemismos anunciando un coctail bar, club privado, sueños, madams, de un imaginario cuyas connotaciones llevan al paraíso.
El proyecto, entonces, es una exploración de la estetización del deseo como mercancía. En un juego de referencias cruzadas donde el deslumbramiento y el glamour de la mise-en-scène se entrelazan con oscuras historias de cine negro o road movies en escenarios nocturnos. Imágenes que ensamblan una representación de placeres sublimes como portada de marketing. Un dispositivo para tematizar lo erótico que se asemeja a la relación entre un parque temático y el turismo.
INFLUENCIAS Y REFERENTES
Desde pequeña de forma innata mostraba interés por el arte y la cultura. De adolescente visitaba exposiciones y museos yo sola, no sé de dónde venía ese impulso porque en mi casa no me educaron en ese sentido.
Entre los 19 y 23 años viví en Londres y Paris. Esos fueron años decisivos y muy efervescentes descubrí los grandes y pequeños museos y la escena contemporánea de Londres.
Más que referentes que sean como un faro, podría hablar de artistas que descubres a lo largo de la vida especialmente cuando eres muy joven y eres más permeable y que te impactan no solo por su trabajo, sino también por su persona y su vida.
Tengo el recuerdo de algunos artistas como Brancusi, al que descubrí sorprendentemente a los 9 años. El cine de Tarkovski, Louise Bourgeois, Vitto Aconcci, Shia Armajani, el Atlas de Gerhard Ritchter, Joseph Beuys, Nan Goldin, la pedagogía Waldorf.
La literatura también es siempre fuente de inspiración, te hace pensar más allá.
Pero, realmente, diría que la propia vida es el gran referente. Por eso, y por mi forma de entender el arte y el proceso creativo, digo siempre que trabajo principalmente guiada por la intuición.
LA “FOTOGRAFÍA LENTA” Y LA NECESARIA “VUELTA AL BARRO”
Me inicié desde lo digital y la fotografía en gran formato y a medida que han ido pasando los años me he decantado por los procesos analógicos y por la fotografía lenta.
Desde 2014 utilizo exclusivamente la película instantánea de gran formato para mis proyectos personales.
Desde que empezó el confinamiento, estoy trabajando de una forma experimental, la parte más gestual, física y matérica de la fotografía que me conecta con mis inicios en el arte, con el trabajo de taller.
Estoy empezando trabajos nuevos en los que el proceso y el azar son más importantes que la anticipación de un resultado.
Procuro estar las menos horas posibles sentada delante de la pantalla del ordenador, me debilita, nos debilita, trabajar de forma digital me aburre solemnemente. Necesito volver al barro y ensuciarme.
Web de Cristina Fontsaré: https://www.cristinafontsare.com/
Instagram: @cristinafontsaré
NOTA:
Las palabras de Cristina Fontsaré son respuestas de la propia Cristina a un cuestionario enviado por email y extractos de textos publicados en su web oficial.