The Ballad of Sexual Dependency‘ ha marcado mi vida, es el trabajo que sostiene mi nombre y del que la gente está deseando oírme hablar.

Empecé a trabajar en él a principios de los 80 y vio la luz en forma de proyección de diapositivas. El pase de diapositivas existió mucho antes que el libro y continúa existiendo, solo que en 2008 lo reinterpreté y volví a editarlo, hice una nueva versión para el MOMA y otra para un coleccionista privado.

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Portada del libro de Nan Goldin

La proyección dura ahora 48 minutos y va acompañada de unas 30 canciones diferentes. Las letras de las canciones hacen las veces de relato de la película.

Antes de que se publicara el libro, hice diferentes versiones de la muestra de diapositivas por todo el mundo. Las hice para ganar dinero mientras viajaba por Europa y exhibía las diapositivas en cines de circuitos alternativos y en otro tipo de locales. Después llegaron los museos.

A veces la proyección duraba hora y media, otras 20 minutos, usaba diferentes canciones… La versión definitiva la hice en 1987. Fue entonces cuando modifiqué la banda sonora por última vez.

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Captura del video de Youtube en el que se muestra el libro

Para mí, las fotos impresas son tan importantes como las dispositivas. Creo que los libros son el gran soporte de la fotografía, es la única exprrsión artística que funciona de verdad en formato libro. También creo que las fotografías, cuando se muestran en cantidad, tienen un efecto muy similar al del libro.

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Captura del video de Youtube en el que se muestra el libro

En 1985, Aperture contactó conmigo y me propuso convertir las diapositivas en un libro. Fue un proceso largo y difícil que nos llevó unos seis meses. Entre tres personas lo redujimos a la lo que es ahora.

La introducción del libro es especialmente importante, son tres o cuatro páginas que explican el significado de mi obra.

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Foto: Nan Goldin

Con mi trabajo suele darse un malentendido. Se suele pensar que trata sobre gente marginal y nosotros nunca fuimos marginales, nosotros éramos el mundo, no nos importaba lo que la gente convencional pensaba de nosotros, no teníamos tiempo para ellos, no aparecían en nuestro radar, así que no estábamos marginados de nada.

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Foto: Nan Goldin

Mis amigos eran glamurosos y eran hermosos, nunca me sentí una marginada.  No queríamos ser como el resto de personas. Formábamos una tribu. Todos dicen que fotografié a personas marginadas, vale, pero marginadas… ¿de quién? (…) Estoy orgullosa de haber sido rara toda mi vida, nunca quise ser normal.

Éramos muchos viviendo un tipo de vida muy parecido. Había gente que tenía ciertas creencias políticas sobre nuestro modo de vida, era una vida que transgredía o iba contra la forma de vida de la sociedad normal, pero no éramos parias ni marginados. Solo la gente más convencional puede pensar aún algo así.

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Foto: Nan Goldin

Crecí en una familia en la que la persona a la que me sentía más unida (mi hermana) se suicidó. Esto afectó a toda mi vida, lo hizo entonces y aún hoy lo hace. Lo que la mató fue nacer en una época equivocada. No tenía una tribu, no tenía gente que fuera como ella. Nuestra familia era muy ‘revisionista’, muy de reescribir la historia y contarla como más convenía, así que lo que pasó con mi hermana, el suicidio, no pasó. Yo, en cambio, era diferente;  quería saber lo que sucedía en casa de mis vecinos y quería que los vecinos supiesen también lo que pasaba la mía.

Greer and Robert on the bed, NYC 1982 by Nan Goldin born 1953

Foto: Nan Goldin

Entonces se ocultaban las cosas malas, yo aún lo hago, y creo que reescribir la historia es muy peligroso. Es algo habitual en la gente revisar y reformular lo que sucede en sus vidas. Así que este libro y el motivo por el que hice las fotos fue dejar constancia, probar, lo que yo había vivido para que nadie pudiera reescribirlo.

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Foto: Nan Goldin

Para mí la esencia de ‘The Ballad of Sexual Dependency’ es esa la lucha entre la intimidad y la autonomía que se da en las relaciones humanas. Es de eso de lo que trata. Habla de la dependencia que uno puede desarrollar hacia una persona que es totalmente inapropiada a todos los niveles, pero con la que el sexo es bueno, y la conexión sexual es tan fuerte…

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Foto: Nan Goldin

En la base del trabajo están las relaciones entre hombres y mujeres y el motivo por el que no funcionan, los diferentes idiomas que hablan hombres y mujeres, la forma tan distinta en que son educados, la violencia que puede surgir en esas relaciones, la ambivalencia, que es algo que a la gente le cuesta mucho afrontar,  y la lucha por la autonomía que se da en una relación, lo difícil que es dejar que la otra persona tenga su autonomía.

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Foto: Nan Goldin

‘The Ballad of Sexual Dependency’ intenta reflejar la dificultad que hay en cualquier relación. Y no se trata de un tipo concreto de personas, se trata de mis amigos. Creo que no hay una persona en el libro con la que yo no haya convivido durante una buena temporada. Y en aquellos días en los que aún no se hablaba de gentrificación, a veces vivíamos 13 personas en un mismo piso. Vivía allí sola o con algún amante, pero en aquellos días, en los años 80, la gente iba y venía durante varios periodos de tiempo y todos eran mis amigos.

Desgraciadamente, muchos de ellos han muerto de SIDA. Aquello fue una plaga que golpeó a mi comunidad de una forma increíblemente intensa. Y el libro también trata de eso, de cuánta de esa gente ha desaparecido y lo esenciales que eran.

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Foto: Nan Goldin

Creo que mis amigos eran personas especialmente sensibles, especialmente creativas, gente fabulosa con una gran imaginación. Yo los muestro en su vida cotidiana, en su hogar, otras veces los muestro viajando, relacionándose unos con otros,  y también consigo mismos.

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Foto: Nan Goldin

Recuerdo que la cámara era como una extensión de mi mano. Yo hacía fotos todo el día, nunca movía ni cambiaba nada. Para mí era un pecado retirar una botella de cerveza porque todo tenía que aparecer tal y como era. Ese era el límite de la fotografía para mí; quería enseñar las cosas tal y como eran, con exactitud.

Usaba cualquier cámara que tuviera a mano, se las compraba a gente que las robaba.  Siempre he odiado a las personas que hablan de sus cámaras, sus equipos, sus formas de revelar. Para mí lo importante siempre ha sido el contenido, no la calidad de la impresión. Lo que sí me preocupaba eran mis carretes, la calidad de la película, porque yo tenía una visión muy saturada. Solo veía los colores y no los detalles de las cosas. Creo que era porque estuve años sin llevar gafas y sin ellas soy incapaz de ver nada en condiciones.

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Foto: Nan Goldin

También hay mucho flash en esas fotos. Ya no lo uso. Por aquel entonces no era consciente de que hubiese luz natural. Sabía que existía el día y la noche, pero yo vivía solo de noche, así que la luz natural no era parte de mi vida. Y lo digo en serio, no me di cuenta de que el color de todo cambia con la luz del día hasta 1989. Aquello fue como una epifanía para mí. Hasta entonces yo había vivido en la oscuridad. Mi apartamento no tenía ventanas.

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Foto: Nan Goldin

Muchas de las fotos están tomadas en interiores, hay un sentimiento de claustrofobia, y sí, es verdad, hay mucho flash. En aquella época a la gente le gustaba Harry Callahan, Edward Weston. Eran los dioses de la fotografía. Así que jamás habían visto nada como ‘The Ballad of Sexual Dependency’, excepto ‘Tulsa’, el libro de Larry Clark que se publicó en los años 70. Aquel libro tuvo una gran influencia en mí porque él fotografiaba y publicaba su propia vida, y en aquel tiempo la gente no hacía eso.

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Foto: Larry Clark, ‘Tulsa’

Cuando comencé a enseñar mi trabajo, no lo tomaron en serio, sobre todo los fotógrafos masculinos. Me abuchearon, me metí en muchas peleas y discusiones; muchos me dijeron que aquello no era fotografía, que no era bueno…

A mí no me preocupaba la buena fotografía, lo que me importaba era la total honestidad. Y no es algo que puedas tratar de hacer, tiene que ver con hacer fotografías para poder seguir viva y creo que todo artista tiene que crear para poder vivir. Siempre que he tenido que enfrentarme a algo que me asustaba o me resultaba traumático, hacer fotos ha sido mi forma de sobrevivir.

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Foto: Nan Goldin

La verdad es que me cuesta volver a ver aquellas fotos. Es algo que tengo tan presente,  lo siento de una forma tan visceral… Creo que cuando pasen unos años más podré volver a mirarlas, cuando las sienta más separadas de mí, más lejanas, pero ahora mismo las siento demasiado cerca.

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Foto: Nan Goldin

Me encantaba Diane Arbus. Sin embargo, las Drag Queen con las que yo vivía en los años 70, cuando salió el  libro de Arbus, odiaban sus fotos. Hablé con personas que fueron fotografiadas por ella y me contaron que Diane esperaba el momento en el que pareciesen unos locos para sacar la foto. Y eso no les gustaba.

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Foto: Diane Arbus

Ella era un genio, pero yo tengo un problema con sus fotos de Drag Queens: Arbus  las desnudaba para mostrar su género, su sexo masculino, mientras que yo siempre he aceptado a la gente tal y como es. Yo viví con las Drags en los 70 y nunca me paré a pensar cuál era su género. Las aceptaba con el género que ellas sentían que era el suyo. Así que creo que hay un toque de crueldad en su trabajo. Creo que Arbus era profundamente infeliz, y se buscaba a sí misma en la piel de otras personas. Yo no hago eso.

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Foto: Diane Arbus

La gente suele decir que mi trabajo se parece al de Arbus porque irradia empatía. Pero yo no creo que en sus fotos hubiera empatía. Lo que hay es un intento de mostrar empatía porque ella tenía una profunda curiosidad por las personas. Quiere ser ellos, al menos durante un momento.

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Foto: Diane Arbus

Es curioso cómo ha evolucionado la fotografía, las instantáneas, en la era de Instagram. Cuando pienso en instantáneas pienso en un álbum de familia. Así que yo, con ‘The Ballad of Sexual Dependency’, estaba haciendo mi propio álbum de familia.

Siempre pensé que las fotografías tenían que ver con experiencias compartidas y con la memoria, pero no estoy tan segura de que hoy día la gente quiera recordar, ese es el problema del mundo actual. No sé cuánta gente valora la memoria.

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Captura del video de Youtube en el que se muestra el libro

A finales de los 80 yo sufría malos tratos, me maltrataron hombres y también me maltraté yo misma. Pero mi generación creció con eso, era la norma, y parte de ello se reflejó en mi trabajo.

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Foto: Nan Goldin

También se me maltrató cuando enseñé mis fotos. Me dijeron que una mujer que fuera artista no podía ser buena, fui atacada en festivales de fotografía por haber hecho esas fotografías siendo mujer, me llamaron de todo. Así que fue difícil enseñar mi trabajo porque eso significaba luchar, pegarme con la gente y con el poder. Creo que no hace falta valentía para hacer fotos, para lo que hay que ser valiente es para enseñarlas.

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Foto: Nan Goldin

Desde una perspectiva sociológica, mi trabajo era una afrenta a lo que había sido la fotografía hasta entonces: la fotografía ‘de verdad’ era en blanco y negro, imágenes perfectamente encuadradas y la cámara tenía una importancia vital. Los fotógrafos masculinos hablaban de sus aparatos todo el rato (ríe) y lo que yo hice era para ellos tan intolerable… no se aceptaba en el mundo de la fotografía. Así que sociológicamente mi propuesta rompió fronteras, penetró en un terreno ajeno y eso suponía luchar contra el poder.

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Captura del video de Youtube en el que se muestra el libro

La gente a la que he fotografiado en mi carrera confía en mí, por eso consigo esa sensación de intimidad. Yo les hago fotos y se las doy o les dejo elegir las que más les gustan. Si ven las fotos y les dejas elegirlas,  participar en la edición, confían en ti.

Lo que sí tuve claro desde el principio es que yo también me fotografiaría a mí misma en las situaciones que me interesaban. Por eso tomé esa foto de Brian y mía en la cama, la de la portada del libro, aunque jamás sospeché que se convertiría en icónica. Pero pensé que si iba a mostrar a otras personas practicando sexo, tenía que mostrarme también a mí misma en la misma situación. En mi caso se trata de tener empatía con aquellos que fotografío; en el de ellos, los que aparecen en las fotos, se trata de confianza, de que confíen en mí.

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Foto: Nan Goldin

Mucha gente parece pensar que el arte o la fotografía tienen que ver con la apariencia de las cosas, con lo que hay en la superficie.  Pero no se trata de eso, se trata de relaciones y sentimientos . Hacer trabajos comerciales me resulta realmente difícil porque la gente quiere que haga ‘un Nan Goldin’. No entienden que no se trata de un estilo, una apariencia o una marca. Se trata de obsesión emocional y empatía.

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