Es el único fotógrafo con el que hasta el momento he repetido taller, y volvería a hacerlo. Porque José Manuel Navia es de esos pocos fotógrafos que fotografía tan bien como habla, o que habla tan bien como fotografía. Ama su oficio, mucho, y eso se nota. Lo defiende, lo estudia, lo comprende y lo mima todos los días, por eso cada trabajo suyo es un sentido homenaje a una actividad que, en su caso, consiste en ver, y también, especialmente, en escuchar.

De este taller me quedo con muchas cosas, pero principalmente con esa, con la idea de “escuchar con la cámara” o de oír con los ojos. Porque ver, eso de lo que tanto hablamos en fotografía, y mirar, o saber mirar, significa comprender, y no hay comprensión posible si no se invierte tiempo en escuchar. Incluso el propio silencio necesita ser escuchado para poder ser visto.

Mucho de ese silencio puede verse, sentirse y oírse en su último trabajo, “Alma Tierra”, donde su luz, la famosa “luz Navia”, parece obrar magia sobre paisajes, lugares y gentes que dibujan y pueblan el abandono. Pero en realidad no hay magia ninguna, no al menos en en sentido sobrenatural, lo que hay es curiosidad, respeto, cariño y pasión por lo que uno hace y por los lugares y gentes con los que se encuentra. Pero, sobre todo, hay trabajo, tiempo y dedicación.

Y es que Navia es ese fotógrafo que recuerda los nombres y las historias de vida de aquellos a los que fotografía, incluso años después de haber compartido cafés, meriendas y tardes junto al fuego. Llegar, disparar y marcharse, «arrebatar» instantes de vida, está en las antípodas de su forma de trabajar. Navia se acerca, charla y comparte, mirando a los ojos, de tú a tú, exactamente igual que en sus talleres. Por eso quien asiste a uno, como yo, no duda en repetir si se le presenta la ocasión.

Este es un pequeño resumen de un intenso fin de semana escuchando, viendo y respirando fotografía junto a José Manuel Navia.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

El primer paso que debemos dar como fotógrafos es reflexionar sobre cuáles son nuestros verdaderos intereses. Y después, descubrir qué tipo de fotógrafo queremos ser.

Yo hago fotos en lugares en los que me han contado una historia que me interesa. Esa es realmente la relación de mi fotografía con la palabra. Se trata de convertir la cámara en un elemento de escucha, es decir, de escuchar con los ojos.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

La fotografía me ha dado tanto que si acompañara mis fotos con textos míos sentiría que la estoy traicionando.

La fotografía es algo muy grande, otra cosa es que nosotros estemos a la altura. Fijaos que hasta el gran Eugene Smith decía: “La fotografía siempre me ha dado todo, he sido yo el que no ha sabido aprovecharlo”. Y era Eugene Smith.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

La vida de las personas es lo más fascinante que hay, pero hay que tener cuidado con la sobrevaloración de la vida propia.

Alberto García-Alix es un ejemplo de fotógrafo coherente. Ha hecho de su vida el motivo de su obra, por eso tantos de los que le imitan son tan malos, porque les falta esa coherencia entre lo que sienten y lo que hacen. La fotografía de Alberto es grande precisamente por eso, porque es “verdad”.

Foto: José Manuel Navia
José Manuel Navia

Un trabajo es bueno cuando responde a unas raíces, a lo que es tuyo, a lo que llevas dentro. Por eso siempre digo que la reválida de fotógrafo se aprueba en casa, no en la India.

Las imágenes no están en el mundo esperando que las capturemos, están en nuestra cabeza. Ser buenos fotógrafos depende de nuestra capacidad para expresarlas con la cámara.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

No me gusta la palabra “artista”, prefiero hablar de “autor”. Casi todos los grandes autores lo han sido porque nunca se han obsesionado con ser “novedosos” ni con tener un estilo. El estilo es fruto del tiempo, no se puede improvisar.

Por eso no hay que buscar fórmulas ni dejarse llevar por ellas, Hay que fotografiar como nos apetezca y tener libertad.  Esta idea la expresó muy bien Albert Camus: “Las fórmulas impresionan, pero no iluminan”.

Lo más difícil en fotografía, y en la vida, es tener un punto de vista. A la hora de buscar una voz propia, recordad las palabras de Machado: “Hay que distinguir las voces de los ecos”.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

Yo soy muy mal referente, y lo soy porque estoy vivo. Los verdaderos referentes deben ser aquellos cuya obra ha sobrevivido al tiempo. Es el tiempo el que al final va a medir la valía de nuestro trabajo. Y a los referentes hay que estudiarlos, no solo mirar su obra: hay que estudiar su vida, sus intereses, sus motivaciones…

Walker Evans es narrativa visual sin artificios. Un fotógrafo que quiere ser genial en cada una de sus imágenes es un coñazo y no hay quien lo aguante.

Foto: José Manuel Navia
«Nostos», de José Manuel Navia.

Se puede ser muy buen fotógrafo y cagarla a la hora de hacer un libro. El libro tiene su propio lenguaje, no es una mera colección de fotos. Hemos oído mil veces la frase “es muy bien fotógrafo, pero no sabe editar”. Pues si no sabe editar, entonces no es tan buen fotógrafo. ¡Como si para ser buen fotógrafo no hiciera falta editar!

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

Donde más podemos aprender como fotógrafos es en la edición, por eso es tan importante y hay que dedicarle tiempo y esfuerzo.

Editar implica tener una mirada muy fría, al contrario que para fotografiar, ahí hay que dejarse llevar por las emociones.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

Es importante distinguir entre serie y secuencia. Un libro que sea una simple serie va a ser siempre aburrido. El libro tiene que tener una secuencia interna, y el texto, si lo hay, debe ser parte de esa secuencia.

En la serie, las imágenes se relacionan por su similitud visual. En la secuencia, la relación no es aparente, sino interna, por eso esa relación no se hace evidente hasta que lees el libro. El mundo está lleno de series, y eso es herencia del Pop art (un ejemplo de esto es Andy Warhol). Pero el arte, cuando quiere provocar, no permite la repetición. Alguien hace una genialidad y funciona, pero repetir esa genialidad una y otra vez aburre.

Hacer una serie es fácil, hacer una secuencia es intelectualmente más sofisticado. La serie es una vulgarización del ejercicio de la mirada.

Foto: José Manuel Navia
«Alma Tierra», de José Manuel Navia.

Cuidado con el conceptualismo. Es importante distinguir entre concepto y ocurrencia. Conceptos hay pocos, ocurrencias hay mil. Recuerdo a un fotógrafo que me presentó un trabajo sobre familias que vivían en la Alpujarra. Iba a sus casas y los fotografiaba en el salón. Pero los colocaba en un sofá que él llevaba de una casa a otra, el mismo sofá en todas las fotos. Los sentaba ahí y apenas se veían los detalles del salón, lo que hacía particulares a esas estancias y a esas personas. Solo se veía a la gente sentada en el sofá, distintas personas en un mismo sofá. Eso era una ocurrencia, y no un concepto.

Y es que no somos teóricos, somos fotógrafos, y lo somos porque nos fascina la realidad. Nada es más rico que la realidad. Pero hay que tener muy claro que una cosa es ser respetuoso con la verdad y otras es ser un notario. Se puede jugar con la verdad siempre que se sea respetuoso con ella.

Foto: José Manuel Navia
«Pisadas sonámbulas», de José Manuel Navia.

Lo que distingue a un fotógrafo de una persona que hace fotos es la intención. Las fotografías hay que construirlas, hasta las aparentemente más espontáneas. Yo no quiero ser un taxidermista de momentos felices.

Lo que de verdad importa en la vida no se puede decir, solo se puede mostrar (idea que Navia toma de Ludwig Wittgenstein, filósofo por el que siente gran admiración). Por eso la fotografía puede llegar a ser y es tan hermosa.

NOTAS

  • Las palabras de José Manuel Navia son notas tomadas por mí durante el taller impartido en Bilbao los días 11 y 12 de julio de 2020.
  • Las fotografías que acompañan a este post pertenecen a diferentes trabajos de José Manuel Navia,
  • En la web de Ediciones Anómalas están a la venta varios de los fotolibros de Navia.

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