Sé lo que es la «ceguera del fotógrafo», y sé lo que se siente cuando buscas y buscas y no consigues sentir ese pequeño impulso que te hace apretar el botón. O que tus fotos te aburran y ya nada te llame la atención. Hace unos 10 meses me quedé seca; seca de ideas y seca de motivación. Me pasé un mes sin coger la cámara, estaba enfadada con ella pero, sobre todo, estaba decepcionada conmigo misma, frustrada.

Hoy, sin embargo, vuelvo a estar motivada y a sacar fotos. Y sobre todo, a divertirme. No soy la fotógrafa que era, ese parón me ha hecho replantearme cosas; me ha liberado de ciertas ataduras (algunas autoimpuestas, otras no) y he evolucionado. En resumidas cuentas, he podido sacar algo positivo de ello.

Esta lista de 10 consejos es la que me hubiera gustado leer entonces para ahorrarme agobios y algún que otro dolor de cabeza. No es una receta universal ni la solución a todos los males, habrá a quien le sirva y a quien no, pero bien puede ser un punto de partida para conseguir el gran objetivo: reconciliarte con la cámara y con el fotógrafo que eres.

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  1. Deja de hacer fotos. Pero déjalo por completo. No te estoy diciendo que abandones la fotografía, sólo que sueltes la cámara durante una temporada. Tómatelo como unas vacaciones y relájate. Perder la inspiración, sentirte espeso o aburrirte a ti mismo con tus fotos no es ningún drama, solo una fase por la que estás pasando, y no eres el único. Así que deja de agobiarte y date un respiro. No pasa absolutamente nada.

 

  1. Intenta averiguar qué te ha llevado a esta situación. Puede que lleves mucho tiempo haciendo siempre lo mismo, o que, por el contrario, andes demasiado disperso. Hazte preguntas, sé sincero contigo mismo y no tengas miedo de las respuestas: ¿Sientes que no dominas la cámara? ¿Te apetece probar algo nuevo pero no sabes qué? ¿Necesitas expresarte a través de tu cámara pero no aciertas a hacerlo? ¿Tus fotografías te aburren? ¿Fotografiar se ha convertido en algo mecánico y rutinario? ¿No consigues ver nada que te haga apretar el botón?

 

  1. Desintoxícate y sé indulgente contigo mismo. Olvida máximas del tipo «hay que hacer fotos todos los días» o «los fotógrafos de verdad no usan zoom, sólo focales fijas». Son frases y generalidades que quedan muy bien escritas pero que no tienen que guiar la práctica de todo el mundo. Lo importante es que te sientas cómodo con tu cámara, porque si no lo estás, no disfrutarás haciendo fotos, y si no disfrutas es imposible mantener la motivación.

 

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  1. No busques aceptación ni consuelo en las redes sociales. El valor de tu trabajo no depende de los ‘likes’ que consigas. A todos nos gusta subir una foto y que tenga 200 ‘likes’, pero cuidado, que tu foto guste no significa que sea buena (y al contrario, que no guste no significa que sea mala). Si tu objetivo es conseguir el aplauso en Facebook o Instragram, no te rompas la cabeza, limítate a sacar fotos de amaneceres, atardeceres, cachorros y bebés, son los cuatro temas que mejor funcionan, no fallan nunca. ¿No te lo crees? Haz la prueba: sube una foto de Cartier-Bresson, Robert Frank o cualquier otro grande de la fotografía  y sube otra de un amanecer, por ejemplo. Deja que pasen un par de días y cuenta los ‘likes’ que tiene cada una.  Evita también los grupos fotográficos de Facebook en los que se comparten y comentan fotografías. En la inmensa mayoría de ellos no encontrarás crítica constructiva, sólo ensañamiento.

 

  1. Disfruta de otras artes visuales como la pintura y el cine. Te ayudarán a descubrir nuevas formas de jugar con la luz, los volúmenes y la perspectiva. Personalmente, no le hice mucho caso a la pintura hasta que llevaba ya varios años con la fotografía. Antes no iba a exposiciones, ahora voy a todas las que puedo, me resulta refrescante y siempre salgo con alguna idea nueva. Ah, y si algo te llama la atención (un cuadro, una escena de una película, etc.) no dudes en hacer una captura con tu móvil (o buscarla en la red) guardarla y mirarla de vez en cuando.  Tu ojo fotográfico te lo agradecerá.

 

  1. Mira libros de fotografía. Me refiero a libros de autor, no libros de técnica del tipo ‘Cómo hacer mejores fotos en tres días’, huye de ellos como de la peste. Si has perdido la inspiración lo que necesitas es contenido, no técnica. Disfruta con las obras de grandes fotógrafos de diferentes estilos. José Manuel Navia dijo en un taller al que asistí que Walker Evans era ‘el Paracetamol de la fotografía’, la solución a cualquier duda o “dolor” fotográfico. No tiene por qué ser Walker Evans, sirve cualquiera que nos inspire. Garry Winogrand, Ray K. Metzker y Saul Leiter son algunos de mis «terapeutas». Pero ojo, recuerda que estás viendo lo mejor de trabajos desarrollados durante años e incluso décadas. Si quieres una visión más real, recurre a las hojas de contacto, ahí verás los fallos y los juegos prueba-error de los grandes maestros (sí, ellos también fallan y también ‘buscan’ la foto; al contrario de lo que pensamos muchas veces, no suelen acertar al primer click). El libro de contactos de Magnum debería ser una especie de biblia para cualquier fotógrafo profesional o aficionado.

 

 

  1. No compres ni cámaras ni objetivos nuevos. O al menos no lo hagas de forma impulsiva. Ahora mismo eres presa fácil si caes en Amazon (es muy tentador, lo sé) o en las garras de cualquier vendedor avispado, así que vade retro Satanás, aléjate de ellos.  Una cámara o un objetivo nuevo no harán que todo se solucione por arte de magia. La solución está en ti, no en tu equipo, y probablemente el que ahora tienes es ya más que suficiente. La inspiración no se compra. Si así y todo crees que, por ejemplo, probar un objetivo nuevo te ayudará, pídeselo prestado a un amigo de confianza y ‘trastea’ con él unos días antes de decidir comprarlo.

 

  1. Invierte tu dinero en cursos y talleres. Conocerás gente y vivirás nuevas experiencias. Es un buen momento para iniciarte en otras formas de fotografía. ¿Eres fotógrafo de calle? Apúntate a un taller de retrato.  ¿Llevas tiempo fotografiando paisajes?  Prueba con un curso de iluminación y experimenta con el bodegón. Aprovecha también para viajar y visita sitios nuevos. No hace falta que te vayas a Vietnam o a la India, a veces basta con moverte unos pocos kilómetros. Resumiendo: oxigena tu mirada.

 

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  1. Echa un vistazo a tus fotos. Desde las primeras que hiciste hasta las últimas. Mira cuál ha sido tu evolución e intenta recordar cuál ha sido tu motivación en cada etapa. Enseña tus fotos a personas que tengan nociones de fotografía y pídeles su opinión, seguro que hay más de un exprofesor o compañero de talleres que estará encantado de echarte una mano a cambio de un café. No tengas miedo de incordiar, siempre nos gusta ver el trabajo de los demás y descubrir otras formas de ver el mundo. Eso sí, contrasta opiniones y pon en cuarentena las de aquellos que jamás enseñan su trabajo o de fotógrafos profesionales sin portfolio en su web.

 

  1. No te presiones, no te obligues a hacer fotos ni te pongas grandes metas. No es el momento. Márcate tareas simples y divertidas, juega con tu cámara. Yo me pasé toda una tarde fotografiando una manzana desde diferentes ángulos, con diferentes luces, entera, mordida… Y no soy fotógrafa de bodegón (al menos, de momento). Aprovecha los ratos muertos del día a día (en el autobús, en la cola del súper, mientras esperas a un amigo…) para «hacer fotos con los ojos». Fíjate en los colores, en las formas, las geometrías, los juegos de luz y disfruta de ellos sin la responsabilidad de tener la cámara en la mano. Empezarás a echarla de menos antes de lo que crees.

 

  1. Sí, he dicho que serían 10 consejos, pero no me resisto a meter uno más de propina. Y no por ser el último es menos importante: No olvides nunca que lo especial, extraordinario y único no es lo que está frente a tu cámara, sino lo que está detrás. Es tu mirada lo que hace única una fotografía, lo que le da un algo especial, ese ‘no-sé-qué’ que atrapa a quien la mira. Josef Sudek, conocido como ‘el poeta de Praga’, pasó años fotografiando su jardín desde la ventana de su estudio y creó todo un mundo mágico y onírico que nadie ha conseguido igualar. En ‘My Dakota’ Rebecca Norris ofrece una visión totalmente diferente y personal del estado de Dakota del Sur, donde ella se crió. Francesca Woodman supo reflejar una realidad propia e inquietante fotografiándose a sí misma en lugares abandonados y en ruinas. Y hay muchos más ejemplos. Nuestra forma de ver el mundo es única e irrepetible y es eso lo que nos hace especiales a nosotros y a nuestra fotografía. La cámara no es más que el instrumento para contar nuestra historia.

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