¿Cuánto tiempo pasará antes de que empecemos a ver ‘fotoperiodismo documental’ sin ninguna base real, nacido únicamente de la fantasía de un fotógrafo armado con una potente tarjeta gráfica? ¿Seremos capaces de apreciar la diferencia? Tenía tanto miedo de las respuestas a estas preguntas que decidí ver si yo mismo era capaz de engañar a todo el mundo, incluida la comunidad fotográfica.

Son las palabras de Jonas Bendiksen, fotógrafo documental de la prestigiosa agencia Magnum que, con “The Book of Veles”, el más reciente de sus trabajos, ha demostrado lo fácil que es engañar a profesionales y al público en general y menoscabar de un plumazo la credibilidad del fotoperiodismo y la fotografía documental. La cultura del ‘fake’ ha entrado de lleno en el mundo de la imagen, incluso cuando esta va acompañada de textos y firmada por un profesional de prestigio.

El pasado 17 de septiembre, Bendiksen concedió una entrevista a la web oficial de Magnum en la que revelaba que su recién publicado “The Book of Veles” no era sino una estafa y un engaño basado en fotografías creadas y manipuladas digitalmente (y sin demasiado esfuerzo) y en textos «vomitados» por un robot. Nadie, ni sus compañeros de Magnum ni los responsables del famoso festival Visa pour l’image, cuya 33ª edición se celebró hace apenas un mes, se dieron cuenta del engaño.

Bendiksen, asombrado él mismo por la facilidad con la que su trabajo ha pasado todos los filtros, ha conseguido poner el dedo en la llaga: las famosas ‘fake news’ no amenazan solo al periodismo, también ponen en cuestión el documentalismo fotográfico. La imagen, a diferencia de antes, y como se viene avisando desde hace años, ya no es prueba de nada. Y los textos, tampoco.

El noruego lo ha hecho además con una historia real sobre Veles, una localidad de Macedonia que hace unos años se ganó a pulso el dudoso honor de ser considerada el epicentro mundial de las ‘fake news’ o noticias falsas.

Pero veamos qué es lo que ha pasado exactamente:

Tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en el 2016 y viendo la enorme campaña de desinformación que circuló ya durante los primeros meses de su mandato, Jonas Bendiksen comenzó a sentir curiosidad por cómo y dónde se creaban y propagaban esos miles y miles de noticias falsas que circulaban diariamente en Internet y que influían decisivamente en lo que la gente pensaba y hacía.

Es así como Bendiksen investiga sobre la piratería digital, la fabricación de algoritmos y el papel de las redes sociales en la producción, propagación y validación de lo que empieza a conocerse popularmente como “verdades alternativas” y que contribuyen decisivamente a ese otro concepto que también se convierte en cotidiano, el de la posverdad (informaciones en las que los datos objetivos pierden peso en favor de las opiniones y las emociones que estas alientan).

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

En un momento dado, Bendiksen escucha hablar de Veles, un pequeño pueblo situado en Macedonia de Norte que se ha convertido, no se sabe muy bien por qué, en el centro en el que se producen y difunden miles y miles de noticias falsas.

Cuando la gente se dio cuenta de que cientos de sitios web de noticias falsas se originaron allí, muchas grandes organizaciones de noticias acudieron a informar de ello. Incluso Obama mencionó la ciudad. Me fascinaba la idea de que los adolescentes de la lejana Macedonia del Norte desempeñaran de repente un papel protagonista en el panorama político estadounidense. Sus intenciones eran totalmente apolíticas: lo único que buscaban era ganar algo de dinero en una ciudad como Veles, con un alto desempleo juvenil. Se convirtieron en piratas informáticos porque encontraron una forma creativa de ganar dinero, no porque quisieran poner patas arriba Estados Unidos.

Jonas Bendiksen decide investigar a fondo la historia y el entorno de Veles. Es así como da con otra historia curiosa: Veles es también el nombre de un dios eslavo y pagano, una de cuyas características es su habilidad para cambiar de apariencia con regularidad.

Bendiksen encuentra un punto especialmente interesante ligado a este dios, y es que el libro que recoge su historia, llamado también el “The Book of Veles” (El libro de Veles), es asimismo pura invención, un engaño basado en un hallazgo hecho por Fyodor Izenbek, un oficial del ejército ruso, en 1919. Izenbek encontró unas tablillas de madera medio quemadas con inscripciones en escritura protocirílica. Pasaron varios años antes de que un científico llamado Yuri Mirolyubov consiguió descifrar su significado. Las tablillas contaban una historia épica relacionada con los primeros pueblos eslavos y el dios Veles y el texto no tardó en convertirse en algo sagrado para varios grupos nacionalistas eslavos.

Pero según la mayoría de historiadores y lingüistas de la actualidad, esa vieja epopeya sagrada es también una historia falsa, otro engaño ligado a la localidad de Veles y al dios del mismo nombre.

Era un dios realmente astuto, el dios del caos, la magia y el engaño. Así que imagino que se habría sentido bastante feliz con todas las noticias falsas que salían de la ciudad que llevaban su nombre. Cosas como esta siempre me interesan: cuando las historias comienzan a acumularse y entrelazarse de maneras sorprendentes.

El fotógrafo de Magnum ve el potencial de la historia que va surgiendo de sus investigaciones y decide viajar a Macedonia del Norte para trabajar sobre el terreno y contar qué es lo que allí sucede.

Descubrí también que ‘El Libro de Veles’ fue traducido al inglés en 1973 por un chico de la Universidad Estatal de Ohio. El propio traductor no se dio cuenta de que el libro era falso, por lo que lo acompañó con todo tipo de notas al pie sobre la importancia histórica de la obra. Una vez que descubrí todo esto, ¡todos mis motores comenzaron a encenderse! Todas esas capas de caos y desinformación, todas centradas en el dios Veles o en la ciudad de Veles, cosas que no estaban realmente relacionadas, pero que seguían tan fortuitamente entrelazadas por un mismo nombre. Una vez que llegué aquí, me resultaba absolutamente irresistible intentar jugar con esta historia. ¿Qué era real y qué era falso? Todo tipo de personas creían en diferentes versiones.

Fue así como Jonas Bendiksen decidió crear él también un documento falso sobre una historia verdadera (Veles fue realmente la capital mundial de las ‘fake news’) y llamarlo como el libro verdadero que cuenta la historia falsa de un dios precristiano. La cuadratura del círculo. Con lo que no contaba Bendiksen, era con que su propio engaño fuera tomado por real incluso en los círculos especializados del fotoperiodismo. Porque, de hecho, la construcción de su mentira no está especialmente bien elaborada.

En Veles, Bendiksen se dedica a tomar fotografías de lugares vacíos y medir la luz del lugar. Las personas no le interesan, las generará digitalmente, con un programa amateur y gratuito al alcance de cualquiera.

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

De vuelta a casa, aprovecha el confinamiento por el coronavirus para aprender a convertir sus fotos en espacios en 3D y ve tutoriales de Youtube sobre cómo crear avatares (seres humanos virtuales) para videojuegos.

Fotografié espacios vacíos, apartamentos, oficinas, bancos de parques y cualquier escena que me interesara, y esperé a que no hubiera personas en el encuadre. Luego capturé la iluminación específica de esa escena en particular usando una cámara especial de 360 ​​grados y algunas técnicas que se utilizan para la creación de efectos especiales. Después, y ya en casa, convertí mis fotografías en espacios 3D y coloqué mis avatares en la escena, con emociones, poses e iluminación que coincidían con la escena original.

Aprendí mucho sobre mi propia fotografía al crear estas imágenes falsas. Nunca he sido muy bueno con la iluminación, pero aquí tuve que mover lámparas virtuales alrededor de mis escenas en 3D y crear la luz adecuada para los personajes digitales. El proceso me obligó a mirar con ojos nuevos el mundo real. Recuerdo estar detrás de un chico en la cola del supermercado y mirar atentamente su pelo pensando…. «¿Qué es exactamente lo que hace que su pelo se vea tan… real? ¿Qué detalles de su textura y qué iluminación necesito simular?”

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

Viajé dos veces a Veles. La última, solo una semana antes de que toda Europa se cerrara repentinamente debido a la pandemia. Tuve mucha suerte de haber terminado el trabajo de campo justo antes de eso. Gracias al confinamiento, tuve todo un año para sentarme ante el ordenador y jugar con mis avatares 3D y mis escenas falsas.

Al igual que las imágenes se crearon rápidamente gracias a la tecnología digital, el texto también surgió con rapidez usando Inteligencia Artificial. Encontré un sistema gratuito para crear texto llamado GPT-2 que se ha probado en millones de sitios web reales. Son sistemas que se utilizan normalmente cuando las empresas necesitan un bot de servicio automatizado al cliente. Si lo alimentas con las obras recopiladas de Shakespeare, escupirá un verso de Shakespeare bastante convincente. Si lo alimentas con versos de la Biblia, escupirá escrituras que parecerán sacadas de un texto sagrado.

Lo que hice fue alimentar ese sistema todos los artículos publicados por los medios de comunicación en inglés sobre la industria de las noticias falsas en Veles, y luego hice que la inteligencia artificial escribiera el gran ensayo de 5.000 palabras que contiene mi libro. Yo no escribí una sola palabra. Simplemente corté y pegué varias secuencias para que tuvieran un flujo lógico.

Luego cogí todas las citas reales de personas que habían estado involucradas en la producción de noticias falsas y las introduje en el sistema, que produjo nuevas citas. De ahí salen todas las citas que hay en mi libro: son falsas, inventadas por un ordenador, pero basadas en cosas que dijeron sujetos reales en entrevistas reales.

Encontré una copia en inglés de la antigua escritura traducida de ‘The Book of Veles’. Pero sentí que este texto antiguo (una falsificación) no tenía mucho que ver con el resto de mi material. Así que introduje todo ese ‘Libro de Veles’ en la inteligencia artificial y listo, ya tenía cantidades infinitas de “escrituras antiguas” creadas por una computadora para utilizarlas a mi antojo.

Bendiksen tenía ya su particular ‘Libro de Veles’, una historia sobre un lugar real donde gente real producía noticias falsas, creada por un fotógrafo documentalista real con imágenes y textos falsos. El libro de Bendiksen es real, pero su contenido, pese estar basado en una historia real que sucede en un lugar real, es falso.

Como curiosidad, el fotógrafo de Magnum admite haber estado a punto de pasarse de la raya en alguna de sus decisiones creativas:

Según cuenta la leyenda, el dios Veles se aparecía a veces en forma de oso. Así que puse un montón de imágenes de osos en 3D deambulando por las afueras de la ciudad… ¡Me convertí en fotógrafo de National Geographic sin tener que esperar semanas entre los arbustos!

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

Pero, anécdotas aparte, para que un engaño sea completo, y llegados a este punto, a Bendiksen le faltaba aún una cosa muy importante: los engañados.

“The Book of Veles” de Jonas Bendiksen salió a la venta en abril, y fue acogido con el mismo entusiasmo y elogios que sus anteriores trabajos. No hay que olvidar que Bendiksen es un reputado fotógrafo documental, autor, entre otros, del aclamado, “The Last Testament”.

Los días pasaban y nadie parecía darse cuenta del engaño, nadie parecía reparar en que tanto las fotografías como los textos del libro tenían algo extraño. Yo misma compré el libro y tampoco noté nada. Miré las fotos y leí las citas sin observar nada raro. Apenas leí por encima el largo texto introductorio firmado por Bendiksen. De haberlo hecho, tampoco me hubiera dado cuenta de nada; el inglés no es mi lengua materna, pero sospecho que me hubiera tragado el engaño con la misma facilidad si el original hubiera estado escrito en español o euskera.

Bendiksen asistió perplejo a la catarata de elogios recibidos por la seriedad de su trabajo, la calidad de su escritura y la pertinencia del tema elegido.

Por supuesto que disfruté cuando las personas que compraron el libro me dijeron cuánto lo disfrutaron o lo importante que era la historia que estaba contando. Obviamente, me gusta cuando alguien publica el libro en Instagram diciendo que es bueno que la gente esté haciendo fotoperiodismo serio. Pero, al mismo tiempo, no me gusta estafar a la gente y, como muchos criminales, también he esperado con ansia que mi tapadera se descubra y poder volver a ser honesto.

He disfrutado especialmente con todos los comentarios positivos que he recibido en las redes sociales sobre el texto del libro. Mucha gente ha comentado que mi texto es de lo más interesante y esclarecedor. Dado que fue escrito completamente por un sistema de inteligencia artificial, tenía curiosidad por ver si daría el pego. Lo que lo sucedido demuestra es que, en poco tiempo, estaremos rodeados de muchos artículos convincentes escritos por bots, y la mayoría de la gente no podrá notar la diferencia.

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

Varias revistas han querido publicar mi trabajo en forma de artículo y me he inventado excusas para que no lo hicieran, ya que publicarlo en una revista que llega a un público muy amplio sería ir demasiado lejos desde un punto de vista ético. Sentí que estaba bien hacerle una broma a la comunidad fotográfica, pero no al resto del mundo.

Tampoco he publicado el libro en el archivo de Magnum hasta ahora, ya que no quería que el equipo de Magnum vendiera accidentalmente el trabajo bajo una bandera falsa.

Al ver que nadie en Magnum ni en el mundo de la fotografía se daba cuenta del engaño, Bendiksen decidió exponerse aún más para ver si así alguien acababa descubriéndolo. Presentó su trabajo a finales de agosto en el prestigioso festival de fotoperiodismo Visa pour l’image.

Necesitaba probar si estas imágenes manipuladas realmente pueden pasar por los filtros más exigentes. Envié la serie de imágenes completa y el PDF de resolución completa del libro al festival Visa pour Image. Cuando me respondieron y me ofrecieron una proyección nocturna en el programa del festival, me sentí muy en conflicto. Me sentí fatal porque no estaba siendo honesto con ellos. Por otro lado, sentí que seguir adelante con esto podría ser muy importante para el fotoperiodismo y nuestra industria.

Si los profesionales que tienen que elegir lo más destacado del mejor fotoperiodismo del año toman por buenos reportajes con imágenes falsas generadas por computadora, esto demuestra que toda la industria es bastante vulnerable.

Cuando el director de Visa pour l’image Jean-François Leroy se ofrece a proyectar “The Book of Veles”, Bendiksen se siente culpable, pero no da marcha atrás. Ve su acción como una forma de dejar al descubierto los fallos de una industria vulnerable y subrayar la necesidad de una mayor vigilancia.

Tal y como hicieron los creadores de noticias falsas de Veles, el fotoperiodista decide recurrir a las redes sociales para sembrar pistas que ayuden, en este caso, no a difundir el engaño sino a desenmascararlo. Comienza a sembrar pistas; primero a través de un perfil falso de Facebook, que usó para difundir acusaciones en su contra y sembrar dudas sobre el trabajo al día siguiente de ser proyectado en el festival. Pero nadie le hizo caso.

Después recurrió a Twitter, y ahí sí que funcionó.

Tan pronto como terminó la proyección de Perpignan, quise sacar la verdad a la luz lo antes posible. Compré un perfil de Facebook falso con antigüedad simulada. Su nombre era «Chloe Miskin» y costaba alrededor de 40 dólares. Los chicos a los que se la compré me dijeron que sus fotos de perfil están generadas por IA. En 24 horas, la falsa Chloe comenzó a soltar en Facebook graves acusaciones contra mí, diciendo que pagué a mis sujetos para que aparecieran en las imágenes (lo cual, por supuesto, era cierto, en el sentido de que había comprado los modelos base de avatar en 3D). Pensé que todo terminaría en cuestión de horas. Para mi sorpresa, nadie mordió el anzuelo, e incluso hubo personas que empezaron a defender mi supuesta conducta.

Entonces me di cuenta de que estaba en el lugar equivocado y tuve que hacerme con algunos nuevos perfiles falsos en Twitter. Twitter-Chloe comenzó a tuitear acusaciones similares sobre cómo pagaba por los sujetos. Hubo un poco de indignación inicial y Benjamin Chesterton, alias Duckrabbit, encontró una grieta en mi historia y descubrió que una de las fotos de perfil de la cuenta falsa era una foto de una mujer que en realidad aparece en mi libro, con la misma ropa.

Me sentí muy aliviado. Bien hecho Duckrabbit, ¡gracias por sacarme de todas mis mentiras y dejarme volver a la vida como un ciudadano honesto! Le enviaré un libro firmado.

Hay quien no está tan contento ni aliviado como Bendiksen, aunque intente disimularlo. Tras destaparse el engaño el 17 de septiembre, Jean-François Leroy, director de Visa pour l’Image, publicó un comunicado en redes sociales a raíz del revuelo creado por el engaño de “The Book of Veles”. Era una disculpa dirigida al público en general en la que afirmaba sentirse “aturdido” por lo sucedido.

Ningún sistema es perfecto… y el de Visa no es una excepción. Nuestros equipos, a pesar de nuestros esfuerzos para evitar errores, no pretenden ser ni son infalibles.

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

Leroy también recuerda Jonas Bendiksen era un habitual del festival y que mantenía con el fotógrafo una relación basada en la «amistad y la confianza».

¿Habríamos tenido más cuidado si se tratara de un fotógrafo desconocido? Tal vez sí, tal vez no.

Admite que el método utilizado para denunciar la vulnerabilidad del fotoperiodismo y de la fotografía documental en general es «cuestionable», pero Leroy dice que considera lo sucedido una «oportunidad» más que un ataque. Para Leroy, la polémica ha contribuido a “elevar el problema a un nivel que nunca creímos posible». Bendiksen, por su parte, se disculpó con todo el equipo del festival.

Creo que, a corto plazo, al ver que mentí y que yo mismo produje noticias falsas, de alguna manera he socavado la credibilidad de mi trabajo. Pero espero que se vea como “un paso atrás y dos pasos adelante”, y que este proyecto abra los ojos de la gente ante lo que tenemos por delante y que seamos más conscientes del territorio al que se dirigen la fotografía y el periodismo.

Jonas Bendiksen. Foto: Arnfinn Johnsen. Fuente: jonasbendiksen.com

El proyecto trata de mí mismo tratando de lidiar con las preguntas sobre lo que significan estas nuevas tecnologías y lo fácil que es darles un uso “maligno”. ¿Qué significa esto para nuestra comprensión de la fotografía como forma de documentar de algo? ¿Cuánto cuesta hacer que la gente cante una melodía falsa?

Tenía la oportunidad de lidiar con toda esta cuestión en la que se fusionan el periodismo, la manipulación, las mentiras, las noticias falsas y la fotografía, y tratar de mirar un poco hacia el horizonte para imaginar a dónde nos lleva todo esto.

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

Habrá quien se sienta ofendido, indignado y hasta escandalizado por lo hecho por Jonas Bendiksen en “The Book of Veles”, yo misma he sido víctima de su engaño y compré el libro pensando que era un trabajo magnífico (y real) sobre ese extraño y lejano lugar llamado Veles, una pequeña localidad perdida en el mapa desde la que un grupo de jóvenes manipuló a la opinión pública mundial y a la estadounidense en particular. Me atrajo el tema, y me atrajo que el trabajo lo firmara Bendiksen, que me enamoró con su famosa foto ‘Satellites’ y su fotolibro ‘The Last Testament’. Incluso lo mencioné en los stories de mi cuenta de Instagram elogiando el trabajo. Curiosamente, el propio Jonas Bendiksen reaccionó a mi historia enviándome unos aplausos.

¿Me arrepiento de haber comprado el libro? No. ¿Y de haberlo elogiado en Instagram? Tampoco. De hecho, volvería a comprar el libro (aunque ahora su significado y lectura sean diferentes) y volveré a elogiarlo en Instagram (lógicamente, por motivos bien diferentes a los de la primera vez).

Jonas Bendiksen ha puesto en peligro su propia credibilidad como profesional para demostrarnos lo fácil que es engañarnos sin que para ello haga falta ser un experto en manipulación de imágenes y de textos. Puede parecer una temeridad, y seguramente lo sea. Pero también es encomiable, porque si algo prueba “The Book of Veles” es el abismo ante el que nos encontramos y ante el que hay que alzar la voz un día sí y otro también: vivimos expuestos a sistemas de Inteligencia Artificial, algoritmos y software capaces de simular fotografías de personas, escenas enteras, y textos supuestamente escritos por periodistas. Y no nos damos cuenta.

Lo preocupante y aterrador de todo esto es que nadie, ni siquiera los expertos del sector, profesionales de primera fila, fueran capaces de detectar la mentira de Bendiksen pese a estar creada por una persona que no era, ni de lejos, experta en ello. No hay que olvidar que el noruego no había utilizado jamás los programas para crear personas ficticias (avatares) y textos falsos y que lo hizo guiado por tutoriales disponibles para cualquiera en Youtube.

Imagen: Jonas Bendiksen. Fuente: Magnum Photos.

En un mundo en el que apenas nos detenemos a examinar las miles de fotografías e imágenes a las que estamos diariamente expuestos, en el que apenas leemos, y de hacerlo lo hacemos por encima, muchos de los textos que nos encontramos, es ridículamente sencillo ser engañado. Y manipulado.

Resulta fácil ahora, a toro pasado y tras saber la “verdad” sobre el libro de Bendiksen, fijarse en las fotos, analizarlas y decirnos a nosotros mismos que sí, que hay “algo raro” en ellas, que “se nota” que han sido manipuladas, que los rostros de las “personas” retratadas resultan planos y las miradas “artificiales, que los textos carecen de “vida”, que tienen un ritmo “extraño”… Pero nadie, absolutamente nadie, supo verlo durante las semanas que el libro estuvo a la venta y Bendiksen guardaba su secreto. Tampoco en Magnum ni en Visa pour l’image vieron nada.

Hoy en día vivimos continuamente expuestos a una cantidad ingente de imágenes e información que es continuamente renovada, reinterpretada y reformulada a través de las redes sociales. Imágenes e informaciones que guían nuestras opiniones y condicionan desde nuestras acciones más rutinarias y aparentemente banales (la compra de un producto concreto) hasta las más importantes (como nuestro voto y opción política). Ser conscientes de eso, ya es dar un primer paso y mantener una mínima guardia, un primer filtro ante lo que vemos y leemos. En nuestro caso, si como fotógrafos y amantes de la fotografía es importante “saber ver”, “saber mirar”, y lo recalcamos siempre que podemos, resulta indispensable también “saber leer” las imágenes y “saber detectar” la intencionalidad de aquello que tenemos ante los ojos para, por una vez, no hacer buenas las palabras de José Saramago en su estupendo “Ensayo sobre la ceguera”:

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.”

Que suenen las alarmas.

NOTAS:

  • Las declaraciones de Jonas Bendiksen están tomadas directamente de la entrevista publicada en la página oficial de la Agencia Magnum. La traducción del inglés al español es mía.

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