No toda violencia es física, ni deja moratones y heridas visibles, ni va acompañada de ruido o golpes. Ni siquiera de gritos. Tampoco sucede solo en momentos concretos. Hay una violencia que es silenciosa, continuada y validada cultural y socialmente, una violencia cuyas huellas son tan visibles y tan cotidianas que pasan desapercibidas. Para nosotras. Para ellos. Para el mundo.

Pero lo invisible también puede plasmarse en una foto, en una mirada. Puede sugerirse, adivinarse y denunciarse a través de una cámara. Porque las imágenes, aunque no impacten, hablan. Y gritan. Y acusan. Y, lo más importante, nos abren los ojos y nos hacen pensar. Son testimonios mudos que se nos quedan grabados en el cerebro. Y eso es lo que importa. Ahí reside su tremendo valor.

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Aprovechando que en unas horas es 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, os presento brevemente el trabajo de varias fotógrafas, concretamente diez, que han puesto el ojo y la cámara en la llaga, en formas de violencia a veces muy sutiles que todas las mujeres soportamos. Y también, y esto me parece especialmente importante, en formas de violencia que nosotras mismas, a veces sin saberlo, ejercemos sobre otras mujeres. Vamos a verlas.

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia foto de Donna Ferrato
Foto: Donna Ferrato

NAN GOLDIN Y DONNA FERRATO: la violencia doméstica vista desde dentro y desde fuera

El retrato de una mujer maltratada, su mirada, dice mucho más que páginas y páginas de informes médicos y policiales. Jamás entenderemos la violencia contra las mujeres si no conectamos a gente real con historias reales. Por eso no me dedico a la fotografía, porque para mí no hay nada más poderoso que una historia real.

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Es una cita de Donna Ferrato, la fotógrafa que fue la primera en fotografiar una agresión doméstica en el momento en el que se producía. Fue en 1980, cuando ese tema aún era visto como algo que había que “solucionar en privado” o “de puertas hacia dentro”.

Ferrato estaba realizando un trabajo sobre matrimonios de clase alta que acudían a un club de intercambio de parejas en Nueva York. Trabó amistad con una de esas parejas, los visitaba habitualmente en su casa y en una de esas visitas fue testigo de la agresión.

Su testimonio gráfico contribuyó a poner el tema sobre la mesa, a darle una relevancia y una dimensión públicas, aunque le costó lo suyo, ya que ningún editor quería publicar sus fotografías. Al final, la propia Ferrato las publicó en un libro. Una década más tarde, el Congreso estadounidense aprobó la Ley de Violencia contra la Mujer.

Escribí todos los detalles de la historia en el post ‘Así se hizo la foto con la que Donna Ferrato sacó a la luz pública el problema de la violencia contra las mujeres’.

Nan Goldin violencia de género autorretrato con lesiones
Foto: Nan Goldin

Nan Goldin es otra de las referencias ineludibles en lo que a trabajos sobre la violencia contra la mujer se refiere. La sufrió en sus propias carnes, a manos de una de sus parejas, y la documentó en su legendario ‘The ballad of sexual dependency’ (en el link tenéis el post que escribí sobre ese magnífico trabajo).

A finales de los 80 yo sufría malos tratos, me maltrataron hombres y también me maltraté yo misma. Pero mi generación creció con eso, era la norma, y parte de ello se reflejó en mi trabajo.

También se me maltrató cuando enseñé mis fotos. Me dijeron que una mujer que fuera artista no podía ser buena, fui atacada en festivales de fotografía por haber hecho esas fotografías siendo mujer, me llamaron de todo. Así que fue difícil enseñar mi trabajo porque eso significaba luchar, pegarme con la gente y con el poder. Creo que no hace falta valentía para hacer fotos, para lo que hay que ser valiente es para enseñarlas.

El trabajo de Goldin no es un documento sobre la violencia conyugal, esta aparece como parte de las relaciones a afectivas y de amistad que le unían al grupo de personas que retrató en aquella época. Eran sus amigos, la gente que más quería, y que formaban parte de su vida. Ese es valor añadido de “The ballad of sexual dependency”, que es un trabajo hecho desde dentro. Y además. en este caso, como en el anterior de Donna Ferrato, no se trata de una violencia de alguien ajeno que irrumpe en la vida de otra persona, sino de un tipo de violencia normalizada hacia la mujer, que es parte de la forma en que los hombres se relacionan con las mujeres.

Nan Goldin violencia doméstica pareja 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia
Foto: Nan Goldin

Ana Mendieta (1948-1985), artista conceptual víctima de la violencia de género

“Mi arte surge de la rabia y la sublimación. Aunque puede que la imagen no transmita toda esa rabia, creo que todo el arte surge de una rabia sublimada».

La sublimación entendida como destino de la pulsión, en este caso artística y vital, de la propia Mendieta. La necesidad de actuar, de crear, para dar respuesta a una tensión interna. Sus primeros trabajos, realizados entre 1972 y 1975, son de marcado corte feminista, a la vez que provocadores. En ellos, la artista cubana muestra su preocupación por la mujer y la violencia que sobre ella se ejerce, y reivindica la necesidad de crear nuevas estructuras sociales que doten a las mujeres de un lugar de libertad y expresión.

La obra de Ana Mendieta es una llamada a reflexionar sobre el feminismo, la violencia, la vida, la muerte, el lugar y la pertenencia.

En ‘Silueta’ (1973-1980), uno de sus trabajos más conocidos, Mendieta muestra lo físico del cuerpo, su materialidad en fusión con la naturaleza, un cuerpo que va mutando en su representación en elementos más etéreos como el fuego, el humo y el propio aire. Lo sólido se deviene en gaseoso. Sublimación.

Siluetas de la fotógrafa y artista visual Ana Mendieta
‘Siluetas’, de Ana Mendieta

En el Medio Oeste, la gente me miraba como un ser erótico (el mito de la latina ardiente), agresivo, y en cierta manera diabólico. Esto creó en mí una actitud muy rebelde, hasta que, por así decir, explotó dentro de mí y yo cobré conciencia de mi ser, de mi existencia como un ser particular y singular. Este descubrimiento fue una forma de verme a mí misma separada de otros, sola.

Una de sus obras más controvertidas es ‘Rape Scene’ (escena de violación), de 1973. Basada en el caso real de una estudiante de la Universidad de Iowa que había sido violada y asesinada pocos días antes.

Se trata de una serie de fotografías tomadas de una performance que Mendieta representó por sorpresa a un grupo de amigos a los que había invitado a su casa, en el mismo campus universitario. Al llegar, los amigos de la artista se encontraron con la puerta semi-abierta y, cuando pasaron dentro, vieron el cuerpo de Mendieta sobre una mesa, desnudo de cintura para abajo, con las manos y los pies atados, y las piernas manchadas de sangre. Una imagen impactante, violenta y perturbadora, como el propio acto de la violación. En Estados Unidos, una de cada cinco universitarias son víctimas de agresiones y abusos sexuales.

Escena de violación Rape Scene trabajo de la artista visual y fotógrafa Ana Mendieta
‘Rape Scene’, de Ana Mendieta

Con esta contundente serie, Ana Mendieta subraya la estrecha relación que hay entre la reducción que se hace de la mujer a un cuerpo y de este cuerpo a un objeto, un objeto eminentemente sexual, y cómo el hombre usa este “objeto” (que ya no es cuerpo, que ya no es mujer y, por tanto, no es persona) de manera violenta y sin consentimiento.

Bajo este trabajo y el resto de los que conforman la obra de Mendieta subyace la necesidad de replantear el lugar que la mujer y lo femenino ocupan en la sociedad y de reivindicar la creación de espacios donde la mujer pueda redefinirse, reafirmarse y construir nuevos discursos identitarios y de género.

Glass on body trabajo de la artista visual y fotógrafa Ana Mendieta
‘Glass on body’, de Ana Mendieta

En ‘Glass on Body’ (1972) la fotógrafa y artista cubana denuncia la violencia física hacia las mujeres, el maltrato. Para ello se fotografía pegando diferentes partes de su cuerpo a un cristal de modo que estas se vean deformadas, como si hubieran sido golpeadas.  

Pese a que su obra tiene una ineludible vertiente feminista, Mendieta fue crítica con el movimiento, al que acusó de representar los intereses y las interpretaciones propias de las mujeres blancas y occidentales de clase media, olvidándose del resto. Algo que, como veremos, otras fotógrafas han denunciado en sus trabajos.

Violencia contra las mujeres fotos de la artista visual y fotógrafa Ana Mendieta
Ana Mendieta

La figura de Mendieta ha quedado marcada no solo por su obra, sino también por su muerte. Falleció en 1985, a los 36 años, tras caer por la ventana de su apartamento de Nueva York, situado en el piso 34 de un edificio del Greenwich Village. Mendieta vivía allí con su marido, el escultor y poeta estadounidense Carl Andre.

A pesar de que testigos oyeron a la pareja discutir violentamente y de que Andre presentaba arañazos recientes en cara y brazos, el artista fue absuelto del asesinato de su mujer. En el juicio, su abogado presentó a Ana como una mujer desequilibrada con tendencias suicidas.

Señal de Sangre performance de la artista visual y fotógrafa Ana Mendieta
‘Señal de sangre’, de Ana Mendieta

ASHLEY ARMITAGE: la reivindicación cuerpo ante la violencia estética

«La censura de una foto que muestra una línea de bikini natural es como decir que el cuerpo natural de una mujer es obsceno, anormal e inaceptable. Es como decir que para ser decentes y aceptables debemos afeitarnos».

La imposición de ciertos cánones de belleza, muchas veces inalcanzables, estereotipos que se dan por supuestos y de obligado cumplimiento, es otra de las violencias que sufrimos las mujeres. Cuando se traspasa la línea de los que es cuidarse por temas de salud, de querer verse bien por una misma, y se cae en la obsesión por la eterna juventud, la eterna felicidad, la eterna perfección y la eterna necesidad de aceptación por parte del resto… Entonces es cuando los “cuidados” y la “atención” a nuestro cuerpo y aspecto, a la imagen que proyectamos, se convierten en violencia hacia él y hacia nuestras mentes.

Ashley Armitage es una joven fotógrafa estadounidense que reivindica la belleza no ligada a criterios de perfección física normativa y arbitrariamente impuestos, sino como un concepto abierto, personal, una consecuencia de cómo vivimos, cómo nos vemos y, sobre todo, de cómo nos aceptamos y definimos ante el mundo.

Adolescente con las axilas sin depilar foto de Ashley Armitage estética corporal
Foto: Ashley Armitage

Armitage parte de la premisa de que es prácticamente imposible cambiar la forma en que las mujeres nos vemos a nosotras mismas cuando son los hombres los que definen lo que es hermoso o no en una mujer, lo que es deseable, lo que es aceptable y lo que es sancionable. En los últimos años, las cosas han ido cambiando muy lentamente, pero los principales fotógrafos de las industrias de la moda y la belleza siguen siendo predominantemente hombres.

Como contraposición a todo ello, Armitage, de 27 años y que lleva trabajando en sus fotos desde antes de cumplir los 20, prescinde de modelos profesionales y retrata a chicas de su entorno más cercano, sus amigas, para mostrar la feminidad vista por iguales, por una chica de su misma edad. Esto le permite retratar los cuerpos femeninos explorando todos sus matices y poniendo en valor su individualidad, alejándose de fantasías masculinas e idealizaciones comerciales.

Representa a las personas tal como son, mostrando con naturalidad sus “imperfecciones”.

Quiero hacer fotos para normalizar todos los tipos de cuerpo y romper el estándar de belleza. Los grupos de personas que están fuera del estándar de belleza son marginados, están subrepresentados o mal representados, y yo quiero ayudar a desmantelar esa toxicidad, no alimentarla. Siempre me he inclinado por fotografiar una amplia variedad de personas, solo porque es algo natural, ya que principalmente fotografío a mis propios amigos.

Mujer negra posando foto de Ashley Armitage
Foto: Ashley Armitage

En 2015, esta joven estadounidense publicó en redes una foto de una amiga en ropa interior en la que se veía una mancha menstrual y parte del vello púbico. La reacción le reafirmó en su noción de los tabúes que existen en torno a las imágenes que se salen de lo que se considera “correcto” y “deseable” en lo que respecta a las mujeres.

Internet empezó a arder. Los primeros comentarios fueron de mi círculo de amigos, y eran positivos, del tipo ‘¡Eso es real! ¿Quién diablos tiene el dinero para tirar su ropa interior cada vez que se mancha de sangre?’ Luego llegaron los trolls y los comentarios negativos. Fue terrible. Un comentario decía literalmente: «Aféitate, guarra». Otro me dijo: ‘Ningún hombre te querrá jamás’.

Adolescente sobre la cama hablando por teléfono foto de Ashley Armitage
Foto: Ashley Armitage

RADHIKA CHALASANI: La tradición como fuente de violencia

India es uno de los países del mundo en los que ser mujer es más difícil. Tanto, que la feminidad se convierte en estigma desde el nacimiento. Aunque la igualdad de género está reconocida legalmente, en la práctica las cosas son muy diferentes. En los círculos más conservadores, son los hombres los que siempre deciden por las mujeres. Primero, el padre. Después, el marido. Cuando enviudan, las mujeres lo pierden todo y muchas veces son expulsadas de su hogar por su familia política o sus hijos, que las consideran una carga y motivo de vergüenza.

La violencia es, en estos casos, cultural, social y religiosa.

Miles de estas mujeres acuden a Vrindavan, conocida como la ciudad de las viudas. Es una ciudad santa de la India, con casi 4.000 templos, donde las viudas malviven dedicadas a la oración y mendigando para subsistir. Vestidas de blanco, el color asociado a la viudedad, viven allí hasta que mueren.

Anciana lavando ropa en Vrindaban la ciudad de las viudas en La India oto de Radhika Chalasani
Foto: Radhika Chalasani

La fotoperiodista estadounidense Radhika Chalasani es una de las que mejor ha documentado la realidad de estas mujeres.

Para las mujeres indias hay pocos destinos peores que perder a un marido. Las viudas no tienen lugar en la sociedad hindú. A menudo se ven obligadas a vivir una vida de pobreza y aislamiento, relegadas a los escalafones más bajos de la sociedad y se les impide volver a casarse.

Aunque las viudas adineradas o de familias ilustradas pueden escapar de esta situación, la mayoría de los 30 millones de viudas de la India se enfrentan persecución y estigma, ya que sus familias las rechazan y a menudo los suegros las culpan de la muerte de su esposo. Algunas quedan viudas siendo aún muy jóvenes pasan el resto de sus vidas en Vrindavan.

Viudas de blanco en Vrindaban la ciudad de las viudas en La India foto de Radhika Chalasani
Foto: Radhika Chalasani

A los que seguís el blog os sonará la historia de Vrindavan y las viudas de la India. Escribí sobre ella en el post “La historia tras la foto ‘Una mujer moribunda en la Ciudad de las Viudas’, de Pamela Singh”. En él, la autora de la foto cuenta cómo vio morir sola a una de estas mujeres en mitad de la calle sin que nadie se ocupara de ella:

Salí a explorar por mi cuenta. Encontré una plaza muy tranquila. Era mediodía y el calor indio era sofocante. Vi a una mujer acostada sola, envuelta en tela. Si os fijáis en el centro de la foto, cerca del árbol, se ve un bulto bajo una tela. Esa es ella.

Me acerqué y vi que se estaba muriendo. Era muy vieja y no había duda de que estaba viviendo sus últimos momentos de vida. Fui a buscar un poco de agua para ella cuando apareció un grupo de niños.  Apenas repararon en ella. Me explicaron que las mujeres mayores y las viudas vienen aquí a menudo para morir. Ella ya no podía hablar.

Mujer moribunda en la calle de Vrindaban la ciudad de las viudas en La India foto de Pamela Singh
Foto: Pamela Singh

NURIA LÓPEZ TORRES: tráfico de mujeres y violencia sexual

La trata de seres humanos con fines de exploración sexual es una de las mayores violaciones de los derechos humanos. Una forma de esclavitud moderna, y una de las caras más amargas de la violencia de género.

La discriminación sexual y de género, e incluso el abuso infantil, están detrás del negocio de la trata de mujeres en México, tema que la fotógrafa y periodista Nuria López Torres recoge en su trabajo “Hijas de ningún Dios”.

Especializada en temas relacionados con las mujeres, identidad de género, la sexualidad, López Torres presenta un proyecto multimedia compuesto por un documental de 15 minutos y una exposición fotográfica.

En este tema me encuentro con que la fotografía no tiene la capacidad suficiente para transmitir la dureza y los mensajes tan potentes que yo estaba escuchando. La única posibilidad de contarlo con todos sus ángulos era hacerlo a través de un documental con los testimonios de las protagonistas. De ahí surge la idea. Por un lado, están las fotografías, pero el formato que mejor cuenta la historia es el documental.

Mujer mexicana víctima de la trata de mujeres en México foto de Nuria López Torres
Foto: Nuria López Torres

El proyecto da voz a mujeres que desde muy niñas han sido vendidas como esclavas sexuales y a madres que han sufrido la desaparición de sus hijas. La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una de las mayores violaciones de los Derechos Humanos.

El de la trata de mujeres y niñas con fines sexuales es el segundo negocio más lucrativo de México, solo superado por el narcotráfico, en un país famoso también por los feminicidios, asesinatos de mujeres a manos de hombres por motivos relacionados con la misoginia y el sexismo. Pocas son las personas que no han oído hablar de Ciudad Juárez. Allí, cientos de chicas desaparecen cada año y la mayoría aparecen muertas tras ser violadas y torturadas, la mayoría de entre 15 y 25 años. 

Retrato de adolescente en un sofá vacío  trata de mujeres en México foto de Nuria López Torres
Foto: Nuria López Torres

En ‘Hijas de Ningún Dios’ vemos la situación de las chicas víctimas de las redes de explotación sexual y la soledad y el desamparo de las familias que las buscan. La incompetencia y la corrupción policial obliga a muchos a abandonar sus trabajos e invertir todos sus recursos en investigar por su cuenta. No es infrecuente que tengan que pagar hasta los folios para imprimir el proceso.

Nuria López Torres lo explica así la situación en su web:

Las organizaciones criminales utilizan el secuestro de mujeres y adolescentes para convertirlas en esclavas sexuales: «Mi hija todavía tiene rastros de cadenas donde solían tenerla tendida en un plato encadenado para que los clientes obviamente pudieran violarla«, dice María Soledad, madre de una niña de 14 años que fue secuestrada y traficada”.

En la trata de mujeres entran en juego la violencia física, sexual y de género. Incluso la psicológica. Un infierno del que es difícil escapar. Las que lo hacen con vida, arrastran secuelas y cicatrices profundas durante el resto de su vida. Otras muchas no viven para contarlo, y mucho menos para denunciarlo.

Madre e hija víctima de la trata de mujeres en México foto de Nuria López Torres
Foto: Nuria López Torres

BOUSHRA ALMUTAWAKEL: El estereotipo y la invisibilidad

Son varias las fotógrafas que han dirigido su cámara hacia la realidad que viven las mujeres en muchos países musulmanes, para denunciar la opresión y la violencia que soportan a diario, pero también para advertir de la visión totalmente estereotipada que sobre ellas tenemos los habitantes del mundo occidental.

Una de ellas, quizá la más conocida, es la iraní Shirin Neshat, una fotógrafa cuyo trabajo y discurso me encantan y a la que ya he citado en un par de post: ‘La historia de la fotografía resumida en 15 fotógrafas’ y ‘De la reivindicación a la denuncia: seis fotografías de seis fotógrafas que reflejan lo que ha supuesto ser mujer a lo largo del siglo XX’.

En esta ocasión, y pare no repetirme con Neshat, voy a destacar la obra de otra mujer, la fotógrafa yemení Boushra Almutawakel.

Yemen ya era un país muy conservador en 2010. Me preocupaba ver cómo se extendía el islamismo extremista. Uno de los signos de esa expansión era que las mujeres cada vez tenían que cubrirse más. Pero taparlas no las protege más. En lugar de cubrir a las mujeres deberían centrarse en los hombres, en educarlos sobre cómo tratar y respetar a las mujeres, lo que creo que está más acorde con el Islam, al menos para mí.

Mujer niña y muñeca cubiertas por el velo foto de Boushra Almutawakel fotógrafa yemení
Fotos: Boushra Almutawakel

Almutawake es autora de una serie de fotografías que lleva años haciéndose viral en redes en momentos determinados. Se titula ‘Madre, hija y muñeca’ y forma parte de su trabajo ‘The Hijab Series’.

En esta serie, las protagonistas son la propia fotógrafa, su hija y una muñeca y en ella vemos cómo las tres van desapareciendo poco a poco bajo el negro de las ropas hasta desaparecer por completo.

Mucha gente piensa que las mujeres que van cubiertas están oprimidas, atrasadas y sin educación. Eso está lejos de la verdad. Pero también es verdad que cuando voy con velo no puedo oír muy bien y que no puedo ver los labios de las mujeres que llevan el niqab. Me parece peor que las niñas vayan cubiertas, porque no hay nada islámico en eso. Prefiero nuestros velos tradicionales, que son coloridos y más abiertos.

En este trabajo, también incluye fotografías de un hombre que desaparece bajo un burka mientras que la mujer sentada a su lado va liberándose de él.

Hombre y mujer musulmanes cubiertos por burka foto de Boushra Almutawakel fotógrafa yemení
Foto: Boushra Almutawakel

Pero esta yemení, que fue la primera mujer en ser fotógrafa profesional en su país, denuncia también la violencia invisible a la que nos vemos sometidas las mujeres occidentales, y que muchas veces, la mayoría, ignoramos por completo:

Son esclavas de la maquinaria mediática de ventas, que dicta cómo deben vestir y cuánto deben pesar. O las convierten en objetos sexuales para utilizarlas en anuncios y vender productos. En el resto del mundo también se abusa de las mujeres, desde la prostitución a la pornografía.

Es cierto que mirar desde fuera una cultura que no conoces puede llevarte a caer en los estereotipos y a malinterpretar sus costumbres y dinámicas diarias. Pero a veces es necesaria esa mirada del otro, esa persona ajena que mira con distancia, para darnos cuenta de los condicionamientos de los que somos víctima en el día a día de nuestras sociedades.

Autorretratos con burka de la fotógrafa yemení Boushra Almutawakel
Foto: Boushra Almutawakel

PIXY LIAO y su desafío a los roles de pareja

Como mujer criada en China, solía pensar que solo podía amar a alguien que fuera mayor y más maduro que yo, alguien que tenía que ser mi protector y mentor. Todo cambió cuando conocí a Moro. Dentro de la pareja, me convertí en la persona con más autoridad y poder.

Pixy Liao es una fotógrafa china que vive actualmente en Nueva York. Su serie más aplaudida, llamada ‘Experimental Relationship’, un proyecto que desafía las visiones tradicionales de los roles de género en las relaciones heterosexuales.

A través de sus fotografías, Liao plantea una inversión de los roles de género; algo que en algunos lugares del mundo puede no parecer muy transgresor pero que, en China, país en el que ella nació y se crio, resulta polémico.

Mujer sobre los hombros de un hombre en ropa interior foto de la fotógrafa china Pixy Liao
Foto: Pixy Liao

Los protagonistas de las fotos son la propia Pixy Liao y su novio Moro, cinco años más joven que ella. Son imágenes en las que a veces se puede percibir cierto toque de humor, pero que ponen en cuestión modos y formas de comportamiento que muchas veces han sido utilizadas para justificar el sometimiento de las mujeres a través de roles pasivos y completamente dependientes de la voluntad masculina.

Cuestionando los roles tradicionales de hombre y mujer en una relación heterosexual, esta fotógrafa china desafía también las convenciones de lo que se considera típicamente masculino y los comportamientos y actitudes, incluso formas de posar y mostrarse, ligados a esas convenciones.

Hombre y mujer desnudos sobre una cama foto de la fotógrafa Pixy Liao
Foto: Pixy Liao

Así, y durante más de una década, la pareja se ha autorretratado en actitudes que pretenden ser una respuesta a la forma en que los conceptos de género y poder se han plasmado tradicionalmente en la fotografía y el arte. Liao, además, habla abiertamente de su novio como su ‘musa’, en un guiño intencionado al papel al que tradicionalmente se ha relegado a las mujeres en el ámbito de la creación.

Si Moro parece menos masculino, ese es mi objetivo, pero no empecé queriendo revertir a los fotógrafos masculinos que fotografiaban a sus musas femeninas. Antes de convertirme en fotógrafa, ya había desarrollado un gusto por los hombres menos masculinos. Lo que más me inspira y me interesa son las fotos de fotógrafos homosexuales que fotografían a hombres.

Hombre con aspiradora y vestido de rosa foto de la fotógrafa china Pixy Liao
Foto: Pixy Liao

‘Experimental Relationship’ muestra a la pareja en papeles invertidos e intencionalmente rígidos. Las escenas recuerdan, satirizan y cambian las expectativas sobre la dinámica de las relaciones heredadas por ella misma durante su infancia y juventud en Shanghai, China.

Hay fotos en las que la crítica es más sutil, como la que muestra a Moro sentado en el regazo de Liao y otras más directas, incluso divertidas, como en la que Liao pellizca el pezón de Moro en homenaje a la famosa pintura ‘Gabrielle d’Estrées y una de sus hermanas’, pintada en 1594 y de autor desconocido.

Mujer pellizcando pezón de hombre foto dela fotógrafa china Pixy Liao
Foto: Pixy Liao

Una de las primeras fotos del proyecto fue esta titulada ‘Las relaciones funcionan mejor cuando cada uno conoce su lugar adecuado’ (2007). En ella aparezco pellizcando el pezón de Moro mientras él dispara la cámara con el remoto. El cable se ve hasta fuera del marco. Yo, él, la audiencia estamos todos conectados por ese cable. También creo que es como una metáfora de nuestra relación. A veces, el que parece tener el control es en realidad el que está siendo controlado. Y me gusta el hecho de que él también tiene control en la creación de imágenes. Después de esta imagen, siempre dejo el cable de liberación en la foto.

En China, la gente no quiere destacar. Cualquier diferencia es inmediatamente señalada y anulada. Estoy acostumbrada a ocultar mis pensamientos y a mezclarme con el grupo. Cuando era más joven, sentía que revelar mis pensamientos menos convencionales era demasiado arriesgado. Este proyecto me ayudó a reconocer mi yo real y acostumbrarme a revelar mis pensamientos reales.

Mucho arte no tiene relación con ningún trasfondo o sexualidad. En mi caso, creo que mi trabajo desafía las convicciones y la sexualidad del espectador.

Personalmente, creo en la fluidez de género. Creo que tener expectativas rígidas sobre lo que es ser hombre o ser mujer va en contra de la naturaleza humana.

Mujer y hombre sentados uno frente a otro foto de la fotógrafa china Pixy Liao
Foto: Pixy Liao

GLORIA OYARZÁBAL: la violencia sutil y silenciosa del neocolonialismo

Pensaba: “Cómo es que estas mujeres, con lo poderosas que son y la capacidad de lucha que tienen, no se han fijado en el recorrido de sociedades como la mía. Las mujeres occidentales blancas hemos conseguido tantas cosas y hemos luchado tanto… ¡¿Cómo no nos tienen de referencia?!” Ahí me llevé las manos a la cabeza y pensé: “¡Qué horror!, cómo puedo tener tanta soberbia y tanta inconsciencia de mi privilegio”. Ese fue el germen.

La fotógrafa Gloria Oyarzábal ha dedicado gran parte de su obra a denunciar el neocolonialismo de Occidente en su relación con África, lo que incluye los parámetros etnocentristas desde los que el movimiento feminista, mayoritariamente blanco y de clase media, analiza la realidad de las mujeres africanas.

Este neocolonialismo no está tan asociado a prácticas de violencia física o económica, como a nociones y estereotipos culturales impuestos que guían y tergiversan nuestra forma de mirar y entender realidades que son fruto de situaciones, culturas y tradiciones que nos son ajenas.

'Woman Go No'Gree', de Gloria Oyarzábal
‘Woman Go No’Gree’, de Gloria Oyarzábal

Cuando llegué a Malí hace más de 10 años al principio no entendía bien: veía a las mujeres malienses viviendo en un aparente matriarcado, y aun así encontraba elementos que me parecían fuera de sintonía para lo que a mi entender debiera ser la emancipación de la mujer. Me ofuscaba y me frustraba.

Ahí asumí una cierta responsabilidad en cuanto a mi mirada y posicionamiento. Me pasé una primera temporada leyendo, descubrí términos como “negritud” y profundicé en cómo se crea la idea de África desde lo imaginario. No podía caer en ese estereotipo de las mujeres guapas vestidas con las telas bonitas y los niños sonriendo.

'Woman Go No'Gree', de Gloria Oyarzábal
‘Woman Go No’Gree’, de Gloria Oyarzábal

‘Woman Go No’Gree’ es la cristalización más reciente de ese trabajo de inmersión y análisis en la sociedad africana. Con él, Oyarzábal ganó el premio al mejor fotolibro en la edición de 2020 de la prestigiosa feria Paris Photo.

Me gustaría dejar claro que en este proyecto abordo el tema de cómo la colonización afectó el concepto de mujer, por lo que principalmente mi discurso interpela a los colonizadores…aunque no solo a ellos.

'Woman Go No'Gree', de Gloria Oyarzábal
‘Woman Go No’Gree’. de Gloria Oyarzábal

Este libro, con su llamativa y original portada y su diseño interior, recoge un trabajo imprescindible, necesario y más que pertinente sobre nuestra mirada tópica, colonial, paternalista y condescendiente hacia África y la mujer africana.

Gloria consigue que nos sintamos interpeladas directamente. Nos saca de nuestra habitual superficialidad y autocomplacencia en cuestiones de género relacionadas con mujeres que viven en sociedades no avanzadas y que se refuerzan al calor de mentiras vestidas y presentadas como si fueran verdades.

En este sentido, ‘Woman Go No‘Gree’ incluye una pequeña fábula sobre la verdad y la mentira que acompaña perfectamente a la idea y la intención que iluminan este trabajo:

«Cuentan que, un día, la verdad y la mentira se cruzaron en el camino.

‘Buen día’, dijo la mentira.

‘Buenos días’, respondió la verdad.

‘Hermoso día’, añadió la mentira.

Entonces la verdad miró y comprobó que sí, que efectivamente lo era.

‘Hermoso día’, dijo entonces la verdad.

‘Aún más hermoso es el lago’, contestó la mentira.

La verdad miró el lago y vio que la mentira estaba diciendo la verdad, así que asintió. La mentira se acercó al agua y dijo:

‘El agua está aún mejor, ¡vamos a nadar!’

La verdad tocó el agua con sus dedos y comprobó que estaba excelente, así que confió en la mentira. Ambas se quitaron sus ropas y nadaron en silencio.

Poco después, la mentira salió del agua, se vistió con las ropas de la verdad y se marchó.

La verdad, incapaz de ponerse las ropas de la mentira, empezó a deambular desnuda mientras todo el mundo se horrorizaba al verla. Así es cómo aún hoy día la gente sigue prefiriendo una mentira disfrazada de verdad a la verdad desnuda.»

'Woman Go No'Gree', de Gloria Oyarzábal
‘Woman Go No’Gree’, de Gloria Oyarzábal

El disfraz es también lo que hace que muchas de las formas de violencia sobre la mujer consigan ocultarse y pasen desapercibidas bajo la forma de usos y costumbres culturales. Eso no las hace menos peligrosas que las formas más violentas y manifiestas, esas que ocupan más espacio en los medios de comunicación, como son las agresiones físicas y sexuales. Al contrario. Muchas veces, gran parte de su poder dañino reside en esa invisibilidad ante quienes las sufren y también, en ocasiones, ante quienes la ejercen.

Hombre y mujer en un pueblo español foto de Cristina García Rodero discriminación de género desigualdad de género
Foto: Cristina García Rodero

CRISTINA GARCÍA RODERO: la imagen que vale más que mil palabras

No soy muy partidaria de la expresión “una imagen vale más que mil palabras”, por varias razones que ahora no voy a exponer aquí, pero hay fotografías que se acercan mucho a lo que esa frase pretende expresar. Una de ellas es esta imagen de Cristina García Rodero llamada simplemente “La tarde, Campillo de Arenas”, haciendo referencia al lugar y el momento en el que se tomó.

La fotografía la analicé ya en el post ‘De la reivindicación a la denuncia: seis fotografías de seis fotógrafas que reflejan lo que ha supuesto ser mujer a lo largo del siglo XX’ y que podéis leer pinchando directamente en el título.

Es una imagen con una simbología muy potente: la sencillez de la escena, ese aire de cotidianeidad y esa placidez que transmite, hacen que su mensaje y su denuncia calé mucho más hondo que en el caso de otras fotografías que se hacen para tratar la temática de la discriminación y la violencia silenciosa asociada a ella. Su valor es aún mayor si tenemos en cuenta que no se hizo en el marco de un trabajo sobre desigualdad o violencia de género, sino para un trabajo documental sobre la vida en los pueblos de España. La imagen forma parte del famoso ‘La España Oculta’, trabajo que marcó un antes y un después en la carrera de García Rodero.

La activista dominicana Minerva Mirabal asesinada por el régimen de Leónidas Trujillo el 25 de noviembre de 1960 Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer
Minerva Mirabal

¿Por qué el 25 de noviembre?

El 25 de noviembre de 1960, el cuerpo de la activista dominicana Minerva Mirabal apareció destrozado en el fondo de un barranco, en el interior de un jeep junto con los de sus hermanas, Patria y María Teresa, y el del conductor del vehículo, Rufino de la Cruz.

El régimen del presidente Rafel Leónidas Trujillo (1930-1961) llevaba tiempo persiguiéndola, no solo por su activismo político. Su acoso comenzó años antes, cuando tras conocerla en una fiesta intentó seducirla y fue repetidamente rechazado en pocas semanas.

El asesinato de Mirabal aumentó el rechazo al régimen, que acabó cayendo, y desde entonces, todos los años se conmemora en esa fecha el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una causa que, a día de hoy, más de 60 años después del asesinato de Mirabal, sigue siendo absolutamente necesaria.

«Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte», dijo Minerva Mirabal, consciente del peligro que corría, el mismo año de su asesinato. Y muchas mujeres fotógrafas nos siguen recordando y demostrando que es precisamente siendo consciente, y mirando y abriendo los ojos, como todos, mujeres y hombres, somos más fuertes ante todo tipo de violencia.

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